En muchos entornos se habla de personas tóxicas, yo elijo referirme a vínculos tóxicos, porque estas personas lo que tienen es una pobre manera de relacionarse o es la única que conocen. Ahora bien, esto no es excusa para ese comportamiento que una vez que se hace consciente puede trabajarse y ser un vínculo nutritivo que le permita liberarse y establecer relaciones sanas.
Un vínculo nutritivo siempre busca tu bien, se establece sobre el eje de ganar-ganar, y te ama aunque no haya estrechez de lazos, ni convivencia física. Aporta, aunque no esté totalmente de acuerdo contigo y te da paz. Saber que cuentas con el mismo, no importa qué y que siempre crecerás en esa relación.
¿Ahora bien como darse cuenta de que estamos ante un vínculo tóxico? Sin ser especialista de la conducta, solo una simple humana, para mí hay señales muy claras, lo primero es que son relaciones desgastantes donde tu energía vital se ve comprometida por manipulaciones, amenazas, muchas veces violencia, el silencio como castigo cuando no accedes al todopoderoso amo de este vínculo, quejas, la posición de víctima ante una opinión contraria y el control. Del otro lado, el sostenimiento una y otra vez de lo que no hay voluntad de cambiar o simplemente hay una transacción de por medio de cara a la sociedad en dinero o posición que te hace llevar este camino tortuoso.
Es importante ver qué nos lleva a permanecer allí, pensando que podremos cambiar ese comportamiento, que es fruto de heridas no sanadas la mayor parte de las veces de los primeros años de vida y que se manifiestan afectando el presente, en la que los vínculos actuales, pagan por el daño de los vínculos pasados.
Vale la alegría, el cuidado de nutrirse, crecer, aun en la diferencia que podamos tener y proteger esos vínculos sanos y alejarse cuando no lo son.