Es tonto dudar del valor de las encuestas. Peor es creer que por sí solas retratan cualquier momento político.
Los adversarios del presidente Medina están desgañitados celebrando alegremente cómo su popularidad ha bajado significativamente tras haber superado el 80 % hace meses, especialmente antes del escándalo de Odebrecht.
Sin embargo, mientras las encuestas muestran esa merma, al mismo tiempo Danilo y el PLD siguen aventajando cómodamente a casi todos quienes quisieran sustituirlos.
Las recientes encuestas tampoco reflejan que el primer trimestre la economía creció más del 5.5% con poca inflación.
Igual que una parte importante del electorado, me gustaría ver más entusiasmo y diligencia oficial para combatir la corrupción y la impunidad.
Pero, ¿es suficientemente fuerte, “verde” o numeroso este clamor como para mellar con consecuencias electorales la prolongada primacía del PLD?
Causa turbación admitir que quizás la mayoría de los votantes y sus dirigentes políticos, más que aspirar al imperio de la ley y el fin de la impunidad, lo que quisieran es que llegue “su chance”. ¡Cuánta reprimida vergüenza furiosa!
