Donald Trump recién ha declarado que los Estados Unidos “jamás serán socialistas”, y no les hace falta, pues esa nación representa la democracia duradera que se inventó hace más de tres siglos y que “se reforma y reinventa constantemente”.
Nicolás Maduro se ha manifestado, en medio de la crisis política que se ha creado, diciendo a sus seguidores que él es un demócrata, lo que se entendería, que hay democracia en Venezuela, lo cual merece un análisis y algo de desconfianza, en términos de ambos países.
Estas dos naciones tienen gloriosas tradiciones, pero la verdad es que no han hecho un uso parecido de la democracia. Posiblemente la izquierda de Maduro sea más antipatriótica, menos orgullosa de su realidad nacional, que la sociedad norteamericana.
Mientras Estados Unidos, históricamente, luzca hacia afuera antidemocrática, intervencionista, luce muy correcta a lo interno, y ahí está la frase de John Rawls, de que allí vive el deseo de hacer coexistir “una unión social de uniones sociales”. En términos culturales los EUA es país de todos los países (la frase es de Freud).
En Venezuela se ha usurpado la identidad. Nicolás Maduro es declarado como usurpador de las elecciones de 20 de mayo, como una forma de corrupción de su cúpula política. Tal forma de indignación no suele suceder frente a la cobardía y la corrupción gubernamentales y la desesperación ante lo que se les hace a los más débiles y más pobres.
Richard Rorty (New York, 1994) ha analizado en un artículo para “Cosmopolitas o patriotas”, titulado “La academia antipatriótica”, la cual nos hace ver a las universidades como santuario de la política de izquierda, siempre que la misma se pueda comprender en una base más amplia, “menos enredada en sí misma y abrumada de jergas actuales”.
Él dice: “Cualquier izquierda es mejor que ninguna, y (en los Estados Unidos) está haciendo mucho bien a personas que recibieron un trato injusto en nuestra sociedad: mujeres, afroamericanos, gays y judíos”. Lo opuesto sería en Venezuela, donde la política es antipatriótica, pues, no da cabida a las diferencias y mantiene enfrentados a los ciudadanos a partir del movimiento revolucionario denominado chavismo.
La forma en que se ha generado esta terrible diferencia ha sido muy errónea, pues quien no está con el gobierno actual es una paria, o un loco. Esa impronta para Venezuela afecta la dignidad y el orgullo de esa nación, y como tal obliga a enmendar esa actitud, si es que se quiere rendir frutos en la identidad nacional.
Los izquierdistas de Estados Unidos son orgullosos de sus líderes negros, mujeres vanguardistas, expresidentes; hay un absoluto respeto por las diferencias culturales, políticas, y el patriotismo estadounidense.
En cambio, si la izquierda que gobierna en Venezuela continúa negándose al pluralismo político y no se enorgullecerse de su país, de que haya todas las influencias en su política, se convertirá en objeto de desprecio y será el fin del régimen.