Pasadas décadas de la tercera ola democrática, en estos pasados veinticinco años han surgido varios regímenes “democráticos socialistas o de izquierda” y “progresistas de izquierda”. Venezuela, Nicaragua, México, Chile, Colombia, Perú, Bolivia y Brasil son ejemplos de ello.
En Venezuela y Nicaragua son denominadores comunes el autoritarismo, la megalomanía y la concentración de poderes, violación sistemática de derechos humanos e intolerancia de opiniones contrarias. Guardo reserva ahora de las características de los demás gobiernos.
No se puede confundir la democracia con la elección de representantes. El voto y la regla de mayoría son mecanismos típicamente democráticos, pero no exclusivos de la democracia.
América Latina es un “banco de pruebas” para constatar el fenómeno de la persistencia de diversas formas de autoritarismo (Muñoz) que, apoyados en la regla de mayoría, saqueando incluso las elecciones, se perpetúan en el poder.
En nuestra región es donde más se defiende la concurrencia de la democracia con dicha, apelándose a un concepto de democracia como ideal del poder visible, caracterizada por la negación del máximo control del poder ciudadano y la afirmación del máximo control de los súbditos por el detentador del poder (Bobbio).
La democracia es un sistema de normas, hijo de un sistema de ideas, no siendo la regla de la mayoría un simple mecanismo plebiscitario. Más aún, cuando para lograr la mayoría, las instituciones son convertidas por el dictador enfachadas, ya que están vinculados al contenido de los derechos políticos; pero pierden relevancia, si no van atados a los derechos de libertad y respeto del voto, que Bobbio llama derechos contra la mayoría.
Venezuela tiene un régimen dictatorial en nombre de la democracia, corrupto, con grandes pobrezas, arbitrariedades y caos institucionales; un país dirigido por un sólo poder, producto de elecciones “ganadas” a la fuerza. Pero, ¿la ilegalidad del gobierno de Maduro debe ser combatida empleando mecanismos constitucionales y del derecho internacional?
O, la mofa chavezmadurista a la soberanía, con el robo vulgar de las elecciones ¿obliga a la mayoría de los venezolanos a la legítima desobediencia civil? Hace cinco años hice un llamado a la oposición a no emplear vías no institucionales ni antidemocráticas para lograr doblarle el pulso al impostor dictador.