Más allá de toda sustancia, producto, que pueda considerarse tóxico o peligroso para la salud física están las palabras, acciones y hábitos que atan al ser.
La mayoría matan lentamente, se hacen parte de la personalidad y se vuelven una dependencia.
Algunas veces lo tomamos de nuestra propia mano, otras tantas los ingerimos por otras personas, a las que colocamos en un pedestal.
Hasta que llega un día que el alto se hace presente si no nos volvemos muertos en vida que tocamos fondo, expulsamos todo eso que nos hace daño y no nos deja ser.