Santo Domingo.-“No sé qué es lo que van a hacer, pero estoy en desacuerdo, porque estoy seguro de que lo van a privatizar”. Esa es la respuesta de la mayoría de los moradores de la Zona Colonial, al preguntarles su opinión sobre el proyecto de restauración y conservación de las Ruinas de San Francisco, uno de los monumentos históricos más visitados por los extranjeros y criollos, por ser el primer monasterio del Nuevo Mundo.
Al llegar a la calle Hostos con San Francisco, o con Emiliano Tejera, te sorprende ver a moradores sentados a la sombra de los árboles hablando de cualquier tema, mientras las ruinas continúan a sus espaldas escuchando nuevas o viejas historias como lo vienen haciendo desde hace más de 500 años. “A esto lo que hay que hacerle es darle mantenimiento y nada más, porque desde que le hagan otro diseño perderá su esencia.
Desde que usted dice que van a hacer un techado ya no es una ruina; ya no es monumento. Entonces habría que cambiarle el nombre”, dice Máximo Lebrón, vecino.
De igual forma se manifiesta Juan Caamaño, al advertir que al cambiar el segundo monumento y primer convento franciscano de América se perdería la hegemonía y la historia que cuenta cada una de esas piedras.
“En cuanto toquen una piedra de esa se perderá su valor histórico, porque esa construcción no tiene varilla, fue hecha con barro, con rocas bien talladas y con madera”, dice.
Mientras que David Gantier advierte que el plan para cambiar las ruinas no es de ahora, que desde hace más de 20 años hay sectores que buscan modificar, no solo ese monumento sino toda la Zona Colonial, para privatizarlo, y que unos cuantos se “embolsillen” un dinero.
Hasta el momento diversos sectores del país (modernistas, conservadores y vecinos) están confrontados con relación al proyecto que convertirá a las Ruinas de San Francisco en un centro de eventos que contará con un auditorio, aparcamiento, restaurante/cafetería, entre otros.
Miembros de juntas de vecinos y organizaciones comunitarias creen que el proyecto constituye un atentado contra ese patrimonio histórico, que podría perder su atractivo turístico al cambiarlo sin hacer los procedimientos correspondientes.