“Vamos a prepararnos y a tener, después a pasear”

“Vamos a prepararnos y a tener, después a pasear”

“Vamos a prepararnos y a tener, después a pasear”

La marca Tropigás está vinculada al nombre de Carlos Martí, un emprendedor al que la vida capacitó para luchar. elieser tapia

Santo Domingo.Una camioneta y 300 pesos de gas fueron el inicio de lo que hoy es denominado: Grupo Martí.

La inversión realizada por Carlos Martí Besonias en 1964 incluía, además, la instalación de una línea telefónica a la cual esperaba se comunicaran los potenciales clientes a los que de antemano, había entregado personalmente y luego de visitarlos casa por casa, una tarjeta de presentación.

Para entonces Martí ya era un hombre de familia y recién regresaba de Nueva York, ciudad en la que permaneció por dos años y en la que tuvo que recurrir al pluriempleo.

Ya en el país y con la presión de todo joven que asume responsabilidades familiares, se ve obligado a decidir con rapidez el medio por el que se ganaría la vida.

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Deanna, nieta; Carlos Martí, y Alejandro, nieto, en la entrevista.

Vender gas, sin dinero

Decidió vender gas, pero no tenía dinero para comprarlo. Solicitó un préstamo en el Nova Scotia poniendo como garantía la casa de su madre en Villa Duarte.

Al papeleo, sin embargo, poco le importaba la premura de Martí, por lo que tuvo que recurrir a su suegra, quien le prestó de sus ahorros personales la misma suma que ya previamente había contratado con el banco.

“Compré trescientos de gas y metí doscientos al banco. Cuando salió el préstamo, le pagué a mi suegra y de los primeros recursos que obtuve, saldé la cuenta y liberé a mi mamá de la hipoteca” .

Para la época, pocos se imaginaban lo mucho que incrementaría el consumo de gas en el país por lo que la apuesta era arriesgada, tomando en consideración además que la mayoría de las amas de casa recurrían con naturalidad a la leña y al carbón vegetal.

Sin horarios
Al contar sus vivencias, Martí pone énfasis en que trabajaba de lunes a lunes desde las siete de la mañana y hasta que hubiera clientes, demanda que se extendía en ocasiones hasta las diez de la noche.

El gas que suministraba lo compraba en Tropigás, empresa de capital norteamericano que le suministraba el combustible en calidad de repartidor independiente.

Fiaba, tanto así que llegó a popularizarse el “llama a Carlos para que te traiga el gas” entre los habitantes de aquel Santo Domingo que había sido dividido en dos por una guerra civil y cuyos habitantes priorizaban el vivir muy por encima de los debates ideológicos.

“Luego sustituí el jeep porque era muy pequeño por una camioneta Nissan que adquirí en una baratilla. Todo eso sin gastar un centavo, le decía siempre a mi familia: vamos a prepararnos y a tener y después vamos a pasear, y así fue. Cuando pudimos pasear lo hicimos, pero en ese momento ya tenía dos o tres muchachos y había que buscarles las compotas y los pañales”, confiesa Martí.

La expansión del negocio
Un primer impulso le llegó del gobierno de Joaquín Balaguer, quien promocionaba el consumo de GLP entre las amas de casa, facilitando estufas y tanques, además de eliminar los impuestos que pesaban sobre el combustible.
Una segunda llegó cuando alguien se atreve, pese a la prohibición oficial, a adecuar vehículos para que en vez de gasolina, consumieran GLP.

“La idea nos pareció buena y nosotros empezamos a hacer lo mismo”, dice Carlos.
La tercera etapa llegó disfrazada de dificultad. Un cargamento de GLP llegó contaminado, lo que provocó que se parara la venta y tuvieran que recurrir a Tropigás para compensar los daños a los usuarios.

Fue entonces cuando conoció a su socio de toda la vida, Arturo Santana, quien al igual que Martí, era un vendedor.

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La sociedad se concretó después, cuando ambos volvieron a encontrarse en un curso que impartió el cuerpo de bomberos para promotores de GLP.

La “plantica” de gas
Santana le propuso a Martí poner “una plantica de gas” cuyo local instalaron audazmente en el desaparecido “Hoyo de Chulín”, en Cristo Rey, luego de que les fueran rechazadas solicitudes en otras partes de la ciudad. El tanque lo prestó Tropigás.

No tenían cilindros, no tenían acceso a la Refinería, pocos clientes y estaban mal posicionados. “Por la loma, las camionetas viejas no subían y tenía que utilizar un camioncito para subir los tanques, además de darle mejores precios a los clientes”, dice Martí, quien junto a Santana llenaba los tanques.

“Ten cuidado con quien te asocias, de eso dependerá que eches pa’ lante, mi socio y yo somos trabajadores, por eso avanzamos”.

A la instalación de una planta en el Hoyo de Chulín le siguió la compra de la distribución de Shell Gas quienes previamente habían adquirido Tropigás y, luego adquirieron Esso Gas, compras con las cuales heredaron la clientela de esas empresas y vieron reducirse las limitantes que tenían para ingresar a la Refinería.

A todo esto le siguió la expansión y la incursión en otras líneas de producción del sector energía, hasta convertirse hoy en un ícono del sector.

Capital

1,000 Pesos dominicanos
Costó la camioneta en la que Carlos Martí se inició como vendedor de Gas Licuado de Petroleo.

Sobre sus empresas

Diversificación y crecimiento
—1— Dirección
El grupo Martí es presidido en la actualidad por Carlos José Martí

—2— Objeto de valor
La camioneta con la cual Martí senior empezó a vender gas, se exhibe todavía en sus instalaciones
—3— Diversificación
En 2006, Martí extiende su cadena de suministro en el mercado de los hidrocarburos mediante la creación formal de Sunix Petroleum.

—4— Colaboradores
Martí cuenta en la actualidad con más de 3,500 colaboradores.