En el país hay una numerosa, aunque indeterminada, cantidad de personas que son César “el Abusador” o que aspiran a serlo.
La fuerte irrupción en nuestra sociedad de valores que priorizan la imposición del poder, la razón de la fuerza, el poder económico, la exhibición del tener, la agresividad, la arrogancia , el éxito a como dé lugar, la superestima, etc., incide como una de las causas fundamentales para la aparición de figuras como la señalada. Con la nueva jerarquización de los valores predominantes hoy día, las posturas en correspondencia con el valor de la humildad son identificadas con debilidad o con falta de coraje.
En una investigación que realicé sobre los menores en conflicto con la ley penal, al entrevistar a un grupo de ellos, de ambos sexos, pude establecer que algunos siendo pobres negaban o no se identificaban con tal condición socio-económica.
Decían dubitativamente, ¿pobre yo? Serge Paugman, en su libro “Las formas elementales de la pobreza”, habla de los riesgos y miedos a la estigmatización y hace referencia al deseo de disimular los signos de la pobreza, dado que para muchos pobres es una prueba “dolorosa” y “humillante” reconocerse como tales (2008, pág. 302).
En la actualidad, una expectativa que se impone en la sociedad es la de “tener”. Tener lo entenderíamos como un deseo legítimo si no estuviera acompañado de la voluntad de tener de cualquier modo, a cualquier precio. De ahí la proliferación de la práctica del narcotráfico y del lavado en nuestro país.
Si la Justicia dominicana no fuera tan venal, considero que las cárceles serían insuficientes para albergar a los condenados.
Enlazado al deseo de tener, asistimos a la entronización del dios consumo, el cual es estimulado por una exacerbada publicidad que induce a una amplia proporción de nuestra población a pensar que uno es ”lo que consume”.
El encantamiento que sobre tantas personas, pobres y ricos, tiene el consumo fastuoso actúa para que en el país existan o aspiren a existir muchos Cesar “el Abusador”.
Cuántos aspirarían a ser propietarios, como se ha declarado del “Abusador”, de 15 discotecas lujosas, 10 restaurantes, 20 apartamentos, 6 locales y plazas comerciales, casas de cambio, una colección de vehículos y relojes de lujo, y todo traficando con cocaína y heroína.
Toda esta “fascinación” es un serio peligro para nuestra juventud. Ella obliga a padres y tutores a hacer de muro de contención, de modelo, para que sus hijos no se dejen llevar por cantos de sirena y entiendan que son héroes falsos los presentados en dañinas series televisivas que para ganar simpatías dejan caer migajas sobre los pobres, y para que entiendan que el único camino digno es el del esfuerzo, del trabajo y de la integridad.