Es cierto que la sociedad dominicana se ha dejado envilecer, que los gobiernos y las clases dominantes se han encargado de embrutecer a la población y así garantizar su dominio.
Pero no todo está perdido. Siempre habrá razones para no perder las esperanzas y luchar, no importa el poder del enemigo.
Los dos ejemplos más reciente, son loma Miranda y Bahía de las Águilas.
En ambos casos la sociedad salió ganando.
Y esto a pesar de que en el caso de loma Miranda al principio el Gobierno se mostró vacilante, al punto que algunos de sus funcionarios, además del senador de Bonao, favorecían abierta o solapadamente a la Falcondo, tanto que uno llegó a sospechar que estaban sobornados por la empresa extranjera.
En cuanto al megafraude inmobiliario de Bahía de las Águilas, ocurrió algo semejante. Funcionarios y legisladores de los tres grandes partidos estaban tan involucrados en este robo que otra vez parecía improbable frenar a esta caterva de ladrones. Otra vez, funcionarios del gobierno como los ministros de Turismo y Medio Ambiente propusieron un “acuerdo amigable” con los que habían cometido semejante delito.
Pero aparecieron los obispos como Camilo, los padre Rogelio, los Eleuterio, los Carvajal, los rebeldes, y una bella y valiente Laura Acosta, la Academia de Ciencia, algunos legisladores y la prensa para aguarles la fiesta a Alí Babá y sus más de 40 ladrones.
Poco a poco los dominicanos vamos aprendiendo que se pueden lograr conquistas mediante métodos civilizados, pacíficos, pero firmes. Algunos dirán con razón que el 4% para la educación, Los Haitises, Bahía de las Águilas y loma Miranda son pequeños logros dentro de la debacle, pero para mí lo más importante es que la sociedad va entendiendo que vale la pena luchar.