¡Va-t’-en, Amnistía!
Las “éclaireuses” de Amnistía Internacional lucen ser dilettantes del activisimo social a quienes les preocupa más un inexistente racismo dominicano que la acelerada disolución de Haití a manos de pandillas narco-terroristas.
Por eso concurro con el presidente Abinader al rechazar las absurdas imputaciones reiteradas de que al repatriar a inmigrantes ilegales haitianos aplicamos “políticas migratorias racistas”. Desafortunadamente son poquísimos los haitianos rubios, pues al independizarse, los haitianos masacraron a machetazos a todos los blancos.
Quizás si hubieran haitianos rubios entre los deportados se satisfaría algún morónico balance racial o étnico al gusto de Amnistía. Los dominicanos somos un pueblo mestizo, mulato, donde cualquier niña rosada de ojitos claros desciende de Camateta o un moreno buemozón es nieto de españoles.
La composición familiar y realidad racial -aparte de la Constitución- dificulta o impide políticas de Estado racistas. Lo que sí existe, por la historia y las enormes diferencias culturales, es un recíproco recelo entre los dos pueblos de la isla de Santo Domingo.
Me alegró que Abinader aconsejara a los rubitos de Amnistía: “Lo que tienen que hacer es trabajar, hacer lo que deben: ser un vocero para pacificar a Haití”. Y agrego yo: en vez de fuñir aquí, ocuparse del asunto en Puerto Príncipe.
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