Da la impresión de que actuamos “sin ton ni son” respecto a las relaciones de la República Dominicana con Haití. Lo que ha debido ser “un libro abierto” se maneja con estricto hermetismo, de espalda al conocimiento de la nación.
Pero hay algo cierto. Entre ambas naciones se desarrolla un activo intercambio comercial y “hasta diplomático” con una visible dosis de informalidad. Los señalados intercambios favorecen a sectores específicos, el resto de la nación no cuenta.
A veces se cree que con eso basta, pero no es suficiente.
Cada cierto tiempo somos víctimas como país de movimientos estratégicos de la diplomacia haitiana que nos presenta como culpables de su consuetudinaria desgracia “In saecula saeculorum” (por los siglos de los siglos).
Las relaciones con Haití se han convertido en los últimos años en temas de alto interés para la identidad y seguridad nacional, la estabilidad social y económica del país. Ahora más que nunca cuando políticos, intelectuales y académicos haitianos de la diáspora y residentes en esa nación, plantean ya –abiertamente y sin ambages- la tesis de la unificación de estos países, en el marco del esquema: dos culturas una sola República.
El Centro de estudios científicos Haití-RD
En respuesta impostergable a tan inicuas iniciativas, el Estado dominicano debe crear mediante una ley o un decreto el CENTRO DOMINICANO DE INTELIGENCIA Y ESTUDIOS CIENTÍFICOS Y ESTRATEGICOS DE LA REALIDAD DE HAITÍ (CEDIECERH).
El objetivo de CEDIECERH sería: 1) salvaguardar la identidad nacional mediante uso de métodos científicos, y 2) elaborar investigaciones que contribuyan a adelantar políticas sobre las relaciones con Haití.
La entidad estaría dirigid, salvo otra propuesta, por un Consejo de Ilustrados que presidirá el Presidente de la República. Los demás integrantes serían académicos y científicos del país. Este Consejo determinará la estructura, los integrantes y organigrama de dirección del Centro.
Entre sus funciones el CEDIECERH dispondría la contratación mediante una estricta depuración a un grupo de científicos y académicos de distintas ramas científicas y tecnológicas y económicas, así como sociólogos, historiadores, demógrafos, ambientalistas, ciencias informáticas y de la comunicación, agropecuarias, cuencas hidrográficas, forestales y de suelos, entre otras especialidades.
Se trataría de un equipo de científicos y académicos que crearían sus propias estructuras de trabajo para investigaciones de los distintos sectores y áreas de Haití que se consideren de alta prioridad para conocimiento del Estado dominicano.
Cada equipo que sea creado deberá emitir una carpeta con los resultados de sus investigaciones, la cual será entregada al Consejo de Sabios y al Presidente de la República. Se preservaría como norma de esta institución la entrega de documentos de rigurosa calidad en el contenido y en la presentación que servirán de base para la creación de políticas de Estado.
Las prioridades que a nuestro criterio deberían ser investigadas son: la situación demográfica de Haití, fertilidad del haitiano, situación y la concentración poblacional, la demanda laboral, migración (cantidad de haitianos migrados y a qué países).
Además, estudiar la evolución histórica, sociológica y política del Estado y pueblo haitianos, sus tendencias ideológicas, sus relaciones exteriores, grupos de intereses políticos, económicos y culturales (la élite haitiana), su pensamiento, comportamiento, relaciones entre haitianos y con extranjeros.
Igualmente, los partidos políticos y sus evoluciones políticas e ideológicas, las organizaciones no gubernamentales, entidades culturales, la religión, tendencia religiosa, historia y evolución de sus fuerzas armadas, el estado actual de las instituciones militares y policiales, etc. Se debe investigar cómo ha incidido la presencia de tropas extranjeras en los cambios de patrones culturales, económicos y sociológicos, así como la presencia e incidencia de Haití en foros regionales y mundiales.
Asimismo, realizar un estudio pormenorizado de los periódicos, medios de comunicación y las telecomunicaciones haitianos, su incidencia en la población y en los grupos políticos y económicos; a quienes pertenecen y la tendencia política e ideológica. Investigar las redes sociales y la incidencia de estas en el vecino país, así como en el exterior.
Fertilidad de la tierra y capa freática
Otros aspectos a indagar serían la propiedad y fertilidad de la tierra, la capa freática y tendencia productiva. La historia, evolución y tendencia del aparato económico y de la política económica, la industria, el comercio, la banca, las finanzas, cooperativas y telecomunicaciones. También, la situación forestal y ambiental de Haití, tendencia, efectos socio-económicos y la situación de las cuencas hidrográficas y de los ríos.
Se estudiaría y determinaría de manera científica por qué emigran los haitianos, qué países prefieren para emigrar, donde tienen mayor acogida, donde mayor rechazo, etc.
Los investigadores que realizarán estos estudios deberán ser escogidos dentro de un estricto marco de confidencialidad y podrán estar radicados tanto en el país como en el exterior. Se debe plantear, además, poder acudir también a agencias especializadas.
Pugnacidad RD-Haití
La pugnacidad entre Haití y la República Dominicana –y viceversa-se remonta a tiempos anteriores incluso a la proclamación de nuestra independencia. En 1844 un grupo de patriotas proclamó la separación e Independencia dominicana de la parte haitiana.
Desde ese histórico momento legado por los patriotas Juan Pablo Duarte, Matías Ramón Mella y Francisco del Rosario Sánchez, ha permanecido cierta rivalidad entre los dos Estados, marcados con características e idiosincrasias (cultura, religión, organización social, etc.) que son totalmente diferentes.
La República Dominicana ha permanecido desde la proclamación de su independencia a la saga de la diplomacia haitiana. La vecina República da muestra de habilidades y de grandes dotes diplomáticas que se atribuyen a su aprendizaje con la otrora exquisita diplomacia francesa.
En tanto, la sagacidad diplomática nuestra ha sido a través del tiempo reactiva frente a los sigilos diplomáticos de Haití. Esto ha conllevado a que casi siempre, o cuando surgen conflictos, el vecino Estado nos aventaja en los foros internacionales en cuanto a dirimir reclamos y controversias se refiere, pese a que esta parte de la isla da muestra de una mayor pujanza socio-económica y cultural, no así de las habilidades diplomáticas haitianas.
Ante esta realidad, los dominicanos tenemos que considerar como una necesidad nacional la creación de un Centro de Estudios Estratégicos especializado que estudie de manera científica, sectorizada y esquematizada la evolución de cada uno de los sectores económicos, sociales, culturales, etc. y demás componentes del desenvolvimiento del vecino Haití.
No se trata de una iniciativa ni acción anti-haitiana, sino una actitud de salvaguarda preventiva. De manera subyacente este organismo estará dirigido a la preservación de la dominicanidad y a coadyuvar al fortalecimiento de la convivencia entre los dos Estados, adelantándonos a potenciales acontecimientos que pudieran suceder y que puedan incidir negativamente en el suelo patrio.
La idea es acumular activos y conocimientos que permitan al Gobierno dominicano adelantar políticas en distintas materias frente al accionar de la diplomacia haitiana.
Se trata, en síntesis, de estudiar los movimientos del adversario para anticiparse a sus juegos de fichas con dos, tres, cuatro, cinco y hasta diez años. De esa manera podremos prever su accionar y formular políticas que garanticen la estabilidad económica, política y social del país. Nos adelantaríamos a ruidos extraños que puedan incidir en la política interna favoreciendo al vecino Estado, como ha ocurrido en los últimos años.
Podríamos, asimismo, adelantar políticas que nos pongan a la delantera de estas sinrazones, –según se nos ocurre- “ir muy por delante del buey y también de la carreta”. A sabiendas, incluso, de que los haitianos siempre han tenido y tendrán sus propios sabuesos a lo interno de nuestro territorio.
Dos naciones una isla
Somos dos naciones que vivimos en un solo espacio. Una isla en la que cada quien ocupa soberanamente su lugar y ejerce su dominio independiente uno del otro. No es posible separar a estos dos Estados de esta convivencia natural producto del discurrir histórico, pero tampoco es recomendable que uno de los dos trate, utilizando artilugios diplomáticos válidos, de imponer su égida a la otra parte.
Y que además lo hagan esperando que la contraparte no reaccione y pueda utilizar sus propios mecanismos de defensa, también totalmente válidos. Estas confrontaciones se dan en las relaciones, a veces ásperas, entre las dos naciones soberanas.
Preservar la relación comercial
Además de los intereses que tienen como pueblos, se registran relaciones humanas primarias difíciles de manejar. Coexiste entre Haití y la República Dominicana una profunda relación de tipo comercial que involucra sectores de ambas sociedades en aras de sus propios provechos.
Por tanto, el Centro estratégico que proponemos sería de carácter estrictamente confidencial y estará adscrito a la Presidencia de la República de manera que no puedan ser influidos por intereses de ambas naciones.
Los resultados de los estudios e investigaciones científicas, económicas, sociológicas y culturales que emanen del mismo serán del estricto manejo del Presidente de la República y los Ministros de las Fuerzas Armadas y de Relaciones Exteriores y darán lugar a la creación de políticas de Estado. No deberán ser divulgados y solo servirán para análisis y elaboración de políticas sobre las relaciones con el vecino Estado, dentro de un marco estratégico que permita a nuestra nación adelantarse a los acontecimientos derivados de esta asociación de intereses.
En vista de la atracción que muestran organismos y países extranjeros sobre las relaciones dominico-haitianas, la República Dominicana tiene que estar científicamente informada de la realidad del vecino Estado como una manera de prevenir presiones y ataques inmerecidos a la Patria de Duarte, Sánchez y Mella.
En tal sentido, se requiere de urgencia el uso del súmmum de la inteligencia dominicana para destinarla a la preservación de la Patria y de la dominicanidad.
La situación que vive el mundo es altamente compleja y requiere del intelecto de los mejores hombres y mujeres para salvaguardar sus respectivos Estados, territorios, riquezas económicas, naturales y socio-culturales, en especial en nuestra República Dominicana.
El autor es periodista