José Armando Tavarez
Las instituciones de educación superior son diversas en sus tipos y formas. Dependiendo de la base legal, región o país en que se encuentren responden a diferentes modelos y realidades.
En el caso dominicano, nuestras universidades debe ser analizadas en un contexto latinoamericano y de acuerdo a nuestra realidad nacional.
El sistema universitario dominicano es muy heterogéneo y complejo.
Existen más de 40 universidades activas en las que se distinguen instituciones de naturaleza pública, privada, confesionales de diversas denominaciones cristianas, sin fines de lucro y con diversas formas de gobierno e inversión.
En otras palabras, contamos con uno de los sistemas de educación superior más diversos de América Latina y posiblemente de todo el planeta.
Partiendo de esta realidad, se hace necesario dar mayor relevancia a un tipo de universidad que es fundamental para el desarrollo de nuestro país. Estas son las llamadas universidades tecnológicas.
Las mismas son aquellas que se enfocan en la formación, creación y difusión de conocimiento tecnológico.
Son las que poseen programas de grado con énfasis en tecnólogos, ingenierías y ciencias. Poseen centros de investigación y desarrollo tecnológico.
En fin, son las que en su naturaleza, misión, visión, estatutos y accionar expresan una apuesta evidente hacia lo tecnológico.
Nuestros país cuenta con institutos tecnológicos de prestigio que ya están produciendo este tipo de resultados.
Dichas academias constituyen una pieza clave en el desarrollo de nuestro país.
Ellas son el soporte necesario para programas y proyectos como República Digital y otras iniciativas nacionales. Es por tanto necesario apostar a su desarrollo pleno. La universidad dominicana y tecnológica tiene presente y un futuro promisorio.
