Las instituciones de educación superior deben ser referentes de modernidad y uso intensivo de las tecnologías.
La academia es el lugar donde se forman los profesionales, científicos y expertos en el amplio espectro del saber humano pero también tiene que producir un conocimiento que sirva de soporte al desarrollo humano integral de todos los pueblos de la tierra.
Un centro de estudios superiores que no tenga como funciones prioritarias hacer ciencia y producir tecnología no podrá tener ni presente ni futuro en este mundo altamente tecnificado y donde algunos hablan de una 4ta revolución industrial.
¿Cuál es la universidad que puede responder a las exigencias actuales?
En primer lugar, la institución que sepa aplicar el Big Data y la analítica de los datos para gestionar las labores administrativas y académicas tendrá un futuro garantizado en esta era digital.
Entender mejor los procesos y tendencias en la matrícula estudiantil, saber la oferta académica y su correspondiente demanda laboral y otras cosas más, solo se logran con datos transformados en información útil para la toma de decisiones.
Por otra parte, los procesos de formación deben someterse a una verdadera transformación digital.
El uso intensivo de plataformas de enseñanza digital, alta conectividad en el campus y fuera de el, difusión de contenidos digitales de alta calidad, aulas “flipeadas”, facilidades de impresión 3D, robótica y programación avanzada son solo elementos que no pueden faltar en el campus universitario del siglo XXI.
En nuestro país se están haciendo esfuerzos importantes en el marco del proyecto República Digital y su componente educativo.
Es cierto que muchas de esas iniciativas se enfocan mayoritariamente en la educación preuniversitaria pero no debemos olvidar jamás la universidad tanto pública como privada.
Una universidad 4.0 es aquella que está conectada con las necesidades de la sociedad a la que sirve y se convierte en pilar fundamental del desarrollo nacional.