Algunos piensan que la naturaleza nos ha venido haciendo muchas sorpresivas y muy malas jugadas y que estaría intentando mostrar su capacidad para destruir todo lo que encuentre a su paso, como para que la especie humana se dé cuenta, no olvide o aprenda, quién es quién.
Obviamente, se equivocan y pecan de ligeros y hasta de infames malagradecidos, porque esa misma naturaleza, por momentos agresiva, aplastante, demoledora, que lo arrastra todo, es la que ha sido capaz de garantizar la vida en armonía productiva, desde mucho antes de los casi tres milenios que lleva la humanidad, a partir de la era cristiana.
Desde el 30 de noviembre y hasta el 12 de diciembre próximo, se lleva a cabo, en Dubái, la 28ª reunión mundial que se conoce como COP, Conferencia de las Partes, y que es la cumbre anual que realiza la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), en la que se reúnen los 196 países miembros, más la Unión Europea.
Participan miles de líderes globales, activistas, científicos y representantes de distintos sectores de la sociedad, en busca de soluciones para el futuro climático y energético de un mundo que, al parecer, comienza a desgranarse por pedazos ante la mirada incrédula de quienes suponían que el planeta sería inacabable.
La 28 Conferencia de las Partes inició y se desarrolla abarrotada de temas de la agenda climática, sobre los que trata de adoptar decisiones que impulsen a sus integrantes a la aplicación de políticas públicas y de prácticas colectivas que tengan como meta un futuro climático compatible con la vida.
“Unir, actuar, cumplir”, es el lema este año de esta cumbre, en la que deciden los grandes, aunque también participan medianos y pequeños, afectados, en mayor o menor proporción, por el cambio climático que deviene en altas temperaturas, lluvias o nieve escasas o muy abundantes, en períodos inusuales, inundaciones, elevaciones del mar, sequías, quemas de árboles y bosques, y un largo etcétera.
Bajo esa consigna, grupos de países desarrollados, al fin, han dado un importante paso al anunciar la creación de un fondo de contingencia de 476 millones de dólares, para compensar a naciones vulnerables que enfrentan daños y pérdidas como consecuencia del calentamiento global.
Fue una decisión adoptada por esa misma entidad multilateral en Egipto, el pasado año 2022, y que no había sido materializada hasta este jueves 30 de noviembre, cuando el sultán Ahmed Al Jaber, como anfitrión de esta 28ª reunión, hizo el anuncio en rueda de prensa. ¡Enhorabuena!
Es importante y necesario ese millonario fondo para la inversión, que se fundamenta en las estrategias de mitigación, sinergias y adaptación, cuyos buenos resultados dependerán más de la buena voluntad, la disposición y la conciencia de los seres humanos que de cualquier otro instrumento de respuesta.
República Dominicana es signataria de esa convención y, además, somos víctimas constantes, continuas y vulnerables de los efectos del cambio climático, por lo cual, figuramos como potenciales beneficiarios de los fondos ya establecidos en la COP28.
A todos los que habitamos la tierra nos cabe una responsabilidad frente al cambio climático y, pudiéramos recurrir a aquella frase histórica y lapidaria de John F. Kennedy, en su discurso de toma de posesión como presidente de Estados Unidos, el 20 de enero de 1961: “No preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregunta qué puedes hacer tú por el país”.
La consigna de la cumbre “Unir, actuar, cumplir” adquiere mayor relevancia cuando escuchamos la respuesta de los expertos a la pregunta: ¿Qué es lo que está en juego, con el calentamiento global?… “Literalmente, la salud de nuestro planeta y el bienestar de la humanidad”.