Porque… Mi humildad, me hace
Mucho mejor que tú.
La confianza para con los
Fervorosos religiosos y los
Líderes políticos, solo se logra
Cuando son eficientes.
Cuál será la maldición que nos persigue. Cuál será el daño que hicimos en el pasado o aquellos bandoleros, asesinos, ladrones y políticos que nosconquistaron y dejaron sus genes incrustados en nuestro ADN. Sería interesante que los sociólogos y antropólogos, mediante estudios profesionales, lograran determinar este conjuro que nos acompaña como pueblo.
Nos encontramos cualquier día con un grupo de fanáticos religiosos, como hoy domingo, día de supuesta tranquilidad hogareña, tocando timbres y andando por las calles pregonando la “palabra”, en el supuesto de salvar nuestras almas porque al parecer, el “hombre” los designo para esa ardua labor y yo, particularmente me pregunto; ¿pero es que no tienen oficio en sus hogares? ¿Y sus hijos, en qué están? ¿Habrán arreglado y limpiado su casa antes de salir?¿Quién está haciendo el almuerzo?, pero no, no hay respuesta que satisfaga, nada de eso importa, su mente ha sido “trabajada” por algún vividor que se autoproclama “pastor”, designado por el “Señor” para dirigir las “Ovejas”. Entonces y solo entonces parece normal su comportamiento y desempeño de vida dentro de ese fervoroso fanatismo, creen en realidad, que son ovejas.
Se comportan peor que los pobres padres de familia que recorren nuestras calles con su bocina sin control de volumen alguno, comprando cosas viejas, aunque al menos, estos no tocan timbres de puertas e insisten hasta que son atendidos en su perorata y hasta insisten en que los dejen entrar para bendecir el hogar ¿…? ¿Están o no violando los más elementales derechos a los cuales supuestamente somos merecedores, incluyendo hasta de aquellos que comulgan con sus “creencias”?
Esta costumbre ha llegado a tal grado que ya no hay día de la semana que respeten para importunar con su ofuscación de dejarle el “mensaje que nos envió el hombre aquel”, se han arrogado esa responsabilidad ligando lo utópico celestial con lo material, y olvidan exprofeso, que hasta el mismo Jesucristo dijo “que su reino no era de este mundo”, y la otra de,“darle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
Esto es toda una desgracia, vivir sin derechos, porque cuando no son los políticos que tratan de coartar los mismos, son los fanáticos religiosos… ¡Que desgracia! Y esto no significa que haya gran diferencia entre unos y otros, ya que en los procesos electorales, todos aparecen mancornados en busca no precisamente de intereses celestiales sino, muy por el contrario,muy, pero muy materiales.
Esta situación en específico, me lleva a cuestionar si no constituye un acoso religioso o un acoso ¿publicitario?, ¿algún tipo de violación de la tranquilidad y libertad que supuestamente nos proporciona esta democracia?, no lo sé, pero, lo que sí sé, es que la gran mayoría de estas personas que supuestamente han encontrado “Al Señor”, son instrumentos de unos cuantos que sacian sus ambiciones materiales a costa del “sacrificio santo” de los más desposeídos de todo, incluyendo claro está, hasta el bien pensar.
Son utilizados al igual que lo hacen los políticos, pero estos son peores, porque además, en contubernio con estos dirigentes políticos arrean “las ovejas” a las urnas con la influencia necesaria para que su voto vaya dirigido a la misma sigla partidaria y al mismo rostro en la boleta electoral. Y es que no desean entender o no pueden por falta de capacidad intelectual, la cruda realidad de que tanto los políticos como sus “pastores” sufren de aporofobia y que solo les interesan en tiempos de campaña para obtener su voto.
Solo pensamientos mefíticos vienen a la mente ante estos agravios, que dan aquiescencia a la máxima de que “la religión es comparable con la neurosis infantil” e inclusive, aquella de que la “religión es el opio de los pueblos”, donde se dejan de lado las responsabilidades familiares, todo en busca de una quimera sobrenatural,solo con la excusa de encubrir debilidades que son cosas comunes en el ser humano. ¡Sí señor!