Al acercarnos al cierre del año, varias sociedades médicas del país se preparan para renovar sus directivas.
En la mayoría de ellas, observamos la participación de dos o hasta tres planchas que compiten por asumir la responsabilidad de dirigir el rumbo gremial. Este fenómeno refleja un crecimiento evidente: son más, han evolucionado como instituciones y cada día más profesionales se interesan por aportar y participar en la vida gremial.
Sin embargo, este aumento en la participación también invita a la reflexión. En los últimos años, algunas sociedades han vivido procesos de división interna que han fragmentado a sus miembros, sus esfuerzos y sus recursos. Hay hasta siete sociedades de un mismo tema, sin contar los núcleos y organizaciones de la zona norte.
Han surgido grupos paralelos y plataformas virtuales que actúan como sociedades alternas, compitiendo entre sí por el mismo espacio, los mismos afiliados y el mismo respaldo de la industria.
Esta fragmentación ha tenido un impacto directo: han restado espacio, fuerza y coherencia frente a la industria y frente a las instituciones que rigen la salud en nuestro país.
La industria farmacéutica, que tradicionalmente respalda a una única entidad fuerte y representativa, ahora se ve obligada a dividir sus presupuestos entre diversos grupos.
Esto diluye los recursos destinados al desarrollo científico y académico, afectando la capacidad de las sociedades para sostener actividades de alto impacto.
El doctor Luis Farington, presidente del Consejo Nacional de Sociedades Especializadas del Colegio Médico Dominicano, ya lo ha advertido: la industria farmacéutica se va a resentir con el apoyo a tantas sociedades divididas.
Cada año, en todas las especialidades -ortopedia, ginecología, nutrición, urología, cirugía plástica, entre otras- vemos historias repetidas: colegas con trayectoria, que han invertido tiempo, trabajo y sacrificios personales en favor de su gremio, comparten escenario con otros que, tras años al margen, muestran un interés repentino por el bien común.
Esta mezcla de vocaciones genuinas y aspiraciones improvisadas es parte natural de la vida democrática, pero también un llamado a actuar con madurez institucional.
Hoy más que nunca, las sociedades especializadas necesitan unidad, visión de futuro y compromiso auténtico.
La democracia interna es un logro valioso, pero su verdadero impacto se mide en la capacidad de mantenerse cohesionados, enfocados en la ciencia, en el fortalecimiento gremial y en el servicio a la población.
Les hago un llamado a las sociedades médicas del país: sigan construyendo instituciones fuertes, sin fragmentaciones innecesarias, donde la participación se traduzca en progreso, y donde el interés colectivo prevalezca por encima de cualquier agenda personal.
Es cuanto.