Ginebra .– Casi 50.000 niños que viven en el noreste de Nigeria, la zona donde ha operado en los últimos años el grupo yihadista Boko Haram, están en riesgo de morir en los próximos doce meses debido a su estado de desnutrición avanzada, alertó hoy el responsable de nutrición de UNICEF en este país, Arjan de Wagt.
El noreste de Nigeria sufre una crisis humanitaria que desde el pasado abril se va descubriendo que es más grave de lo pensado, ya que desde entonces se ha ido recuperando el acceso a zonas que habían sido tomadas por el grupo terrorista.
Una ofensiva del Ejército ha obligado en los últimos meses a sus huestes a replegarse más al norte, donde se estima que hay dos millones de personas que siguen fuera del alcance de las organizaciones de ayuda.
“Al norte de Borno todavía hay muchos distritos que son completamente inaccesibles para nosotros”, indicó el representante del organismo de protección infantil. Según De Wagt, las nuevas evaluaciones han revelado que al menos 244.000 niños están en condición de desnutrición grave únicamente en el estado de Borno, y “una quinta parte de ellos han sido encontrados literalmente al borde de la muerte».
Para superar ese estado, los menores necesitan ser nutridos en primera instancia con alimentos terapéuticos.
En los tres estados del norte de Nigeria, la ONU calcula que 4,4 millones de personas necesitan asistencia humanitaria urgente y que unas 55.000 personas adicionales se encuentran en “condiciones similares a la hambruna”, dijo el representante de UNICEF.
“El nivel de sufrimiento y desnutrición en esos lugares es extremadamente alto, con un 12 por ciento de desnutrición severa, que es algo que normalmente no se ve y subraya la gravedad de lo que está sucediendo allí”, declaró De Wagt por teléfono desde Abuya.
Sostuvo que en sus veinte años de experiencia en contextos similares, la última crisis comparable es la que ocurrió en Somalia en 2011. Una de las razones para que la población del norte de Nigeria haya llegado a este extremo es que los milicianos de Boko Haram se apoderaron en los últimos cinco años de los terrenos agrícolas y los pobladores no pudieron cultivar sus propias tierras con fines de autoconsumo.
De Wagt sostuvo que otra práctica común de los miembros de la organización terrorista ha sido la de confiscar los alimentos a la población, que con el paso de los años fue agotando sus reservas, incluidos los animales que criaban.
“No hay cultivos y todos dependen de la ayuda humanitaria, al menos hasta el final de la próxima cosecha, que será en octubre del próximo año”, dijo el experto en nutrición. Sobre el número de niños que pueden haber muerto hasta ahora por la desnutrición, UNICEF considera que es imposible hacer un cálculo serio porque muchos han fallecido en sus casas y no hay registros de ellos.
Se considera que una evaluación realista sólo se puede hacer con visitas casa por casa, para las que se ha contratado a 1.500 colaboradores que a la vez informarán a las familias de la existencia de los programas nutricionales del UNICEF.
El gran problema para cumplir con las metas es la escasa financiación de los programas del organismo en Nigeria, lamentó De Wagt.