Una tragedia provocada

Una tragedia provocada

Una tragedia provocada

Hugo López Morrobel

La trágica muerte del joven boxeador Geysy Lorenzo la pasada semana, es una muestra fehaciente de las debilidades de las instituciones que deben velar por la aplicación de los reglamentos para evitar casos de tal magnitud.

No es un secreto que su deceso fue producto de la negligencia y falta de control de las autoridades que deben controlar el boxeo profesional.

No se justifica bajo ningún concepto que un púgil que estuviera en las condiciones críticas en que él estaba, en términos físicos, estuviera combatiendo en periodos tan breves como lo hacía Lorenzo, sin que nadie lo detuviera.

La Comisión Nacional de Boxeo, que dirige el amigo y periodista Franklin Núñez, argumenta que Lorenzo subió al ring sin su autorización, lo que demuestra que en las veladas de boxeo al parecer no hay un representante de ese organismo.

El pasado sábado se me acercó uno de los médicos que lo atendieron en el hospital Darío Contreras, donde finalmente falleció, y me reveló que tenía una anemia tan crónica que nunca, en su dilatada carrera, había tratado a un paciente en tan delicada situación.

Además, debido a los golpes recibidos en sus pasados combates y en un reciente accidente de motor, estaba en muy precarias condiciones físicas.

La Comisión Nacional de Boxeo tiene un equipo médico con personal muy preparado que, al parecer, descuidó el trabajo de supervisión sobre las condiciones físicas de Lorenzo, porque a un púgil en esas pésimas condiciones no se le debió permitir que subiera a un cuadrilátero, ni siquiera de visita.

Franklin Núñez trabaja las 24 horas a favor del boxeo, pero hay que decir que en este caso hubo un fallo imperdonable que no debe repitirse jamás.

Los argumentos que ahora se quieran sacar debajo de la manga para lavarse las manos no tienen ninguna validez, porque Lorenzo murió por descuido y falta de supervisión adecuada por la Comisión de Boxeo.



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