Una de las evidencias irrefutables que ha mostrado la actual crisis económica es la capacidad de ocultamiento de la real situación en que ha caído la economía global tras la crisis de la pandemia, y su funesta secuela. No obstante, son varios los gobernantes en el mundo que reaccionan con aire de arrogancia al declararse campeón de la superación de la crisis que persiste.
La forma en que se manipulan las cifras económicas traspasa los límites de la prudencia, lo que más bien permite interpretar de que muchos gobernantes y burócratas evidencian su incapacidad para enfrentar los difíciles problemas económicos que atraviesan su país. Por igual, demuestran estar confundidos en grado superlativo de lo que está ocurriendo en la economía y su entorno.
Es deprimente observar gobernantes que no tienen una explicación convincente acerca de la crisis económica, en particular, de la inestabilidad de los precios. Se trata de que el déficit fiscal crece de manera gigantesca, las restricciones presupuestarias sin alternativa y el endeudamiento público sigue su agitado curso y un precio del barril de petróleo que amplifica la inflación y la insostenibilidad fiscal.
A la economía global le vienen momentos mucho más difíciles de lo que se están observando, si se considera que los precios de los comoditties, sobre todo el petróleo, mantendrán su ritmo alcista acelerado impulsado por un conflicto bélico que no parece detenerse, provocado por un dialogo entre sordos. Pero resulta que para la economía global la idea de la recuperación del ritmo de crecimiento pre pandemia cada vez se torna inalcanzable en el corto plazo.
Muchos gobernantes parecen estar desorientados y desconectados de la realidad de lo que está ocurriendo a su alrededor. Es deprimente observar que estos están convencidos de que todo queda superado con tan solo hablar de innovación y crecimiento económico, sin percatarse que estas dos variables no siempre significan que en lo inmediato se traducen en progreso económico y social.
A la Luz de la verdad, se sabe que los gobiernos tienen poder para influir sobre la economía en cada país, pero por ello no pueden ignorar el control que sobre la actividad económica tienen las empresas. Es por tal razón que suelen apelar a la creación de apariencias artificiales, manipulaciones groseras y engañosas acerca de que la economía ha logrado una plena recuperación, lo único que pone en evidencia es que se está ante la presencia de una torre de arrogancia.
La economía, en tanto ciencia, oculta un léxico inherente y a veces difícil de comprender para quienes no corresponden a ese ámbito del saber. Consciente de tal realidad, muchos burócratas del área económica inducen a los gobiernos a manipular cifras para ser divulgadas entre la población como una forma de procurar elevar su imagen.
Es por tal realidad que para los economistas resulta valioso el disponer de una herramienta poderosa que permite tener una mejor comprensión objetiva de la dinámica de la economía, esto es el análisis económico. En efecto, este trata de determinar, analizar y evaluar las distintas acciones y dinámica sectorial que permite conocer la marcha de la actividad económica y despejar las confusiones que se derivan de la manipulación sobre el desempeño de la economía.
En la actualidad, la situación de crisis económica a escala global ha encontrado un campo fértil para su permanencia y prolongación temporal considerada y es la incapacidad de respuesta que tienen la gran mayoría de quienes gobiernan en el mundo. Pues con la torre de arrogancia con que actúan muchos gobernantes, se hace difícil una salida sabia, pensada y razonable ya que esto implica admitir fallas y asumir el costo político que implican las medidas a ejecutar.
En el actual contexto de la crisis económica global, es inocultable que el impacto de la misma se siente con fuerza y la contracción del crecimiento economico que ha provocado repercute con una estocada mortal contra los más vulnerables. Tal realidad frena la recuperación si pondera que la economía global proyecta una desaceleración por el orden del 4,2% a final del presente 2022, situación que, unido al conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, obliga a que los bancos centrales adopten políticas monetarias más contractivas y agresivas.