Una sociedad intolerante y dividida

Una sociedad intolerante y dividida

Una sociedad intolerante y dividida

Osiris de León

No sé si será por causa de alguna perturbación local en el campo electromagnético natural del planeta Tierra alrededor de nuestro territorio insular tropical, o si será porque el calentamiento global está afectando nuestros cerebros y nuestras formas de pensar y razonar, o si será porque la crisis social nos está llevando al borde del precipicio mental, pero cada vez que en la República Dominicana se plantea algún proyecto importante, o se debate algún tema importante, o se toma alguna decisión trascendente, las opiniones se polarizan como si obedecieran a campos electromagnéticos sobrecargados que tienden a rechazarse unos a otros.

Basta observar la polarización producida con la decisión del Tribunal Constitucional que ordena auditar las actas de nacimiento expedidas a partir de 1929 a hijos de padres extranjeros, donde cada grupo de presión se ha atrincherado en su posición, y no hay forma de hacer coincidir las interpretaciones extremistas de los grupos polemistas, pues cada cual tiene su propia verdad, su propia razón y su propia forma de interpretar la nacionalidad y la racionalidad.

Y en medio de esa pugna hemos llegado al irreflexivo extremo de distribuir volantes amenazadores en contra de prestigiosos periodistas, como Huchi Lora y Juan Bolívar Díaz, quienes por décadas han defendido los mejores intereses de nuestro país, y quienes en muchas ocasiones se han expuesto a grandes peligros por defender la libertad de expresión consagrada en nuestra Constitución, por defender a políticos opositores en peligro de prisión o de eliminación, y por defender la claridad de la verdad; pero hoy esos esfuerzos, esas firmes posiciones, esa valentía y esos riesgos asumidos son olvidados por quienes teniendo opiniones contrarias y extremas se olvidan de las grandes luchas del pasado y sólo ven las disparidades de criterios legales del presente, queriendo desgarrar, con uñas y dientes, a todo el que opine diferente, y hasta ahí jamás debimos llegar.

En ocasiones anteriores hemos escrito que en nuestro país se están instalando tribunales inquisidores medievales para sentenciar a todo hereje que opine fuera del eje, y al parecer el milenario proceso de evolución de la corteza pre frontal humana, que nos condujo al desarrollo de inteligencia, razonamiento, buen juicio, y respeto a los derechos y a las opiniones ajenas, de repente ha entrado en una acelerada involución neural que nos está conduciendo al primitivismo ancestral de la sociedad Neanderthal.

Hoy día, todo el que opine de forma diferente a quienes dirigen los tribunales inquisidores nacionalistas, «ONGistas», ambientalistas, peledeístas, perredeístas, progresistas, reformistas, etc., es calificado por esta nueva inquisición como un hereje, un traidor a la patria, un vendido pro haitiano, un trujillista, un racista anti haitiano, un enemigo del ambiente, un traidor al partido, un arrogante, un prepotente, un ignorante, etc., y hasta sacerdotes de una iglesia, que desde hace dos milenios tiene como tarea fundamental predicar la hermandad entre los seres humanos, también han abandonado su tarea ecuménica para asumir el nuevo discurso inquisidor contra todo aquel que sea visto como opositor a sus ideas o a sus deseos.

Estamos construyendo una sociedad intolerante y dividida, caracterizada por el canibalismo en saco y corbata, donde la tarea de algunos es detractar a todo el que no piense igual, sin importar la disciplina del debate, sin importar que el otro sea el experto y él no, sin importar que el otro tenga la razón y él no, sin importar lo que digan las leyes y los tribunales, y lo peor de todo es desestimando cualquier debate científico, técnico o legal, porque en tribunales de inquisición no se admite discusión.