Estos son tiempos complicados y difíciles. Por efecto de la pandemia nuestro mundo ha sufrido un cambio tan profundo que, al observarnos al espejo, tropezamos con un rostro que no sabemos si es el nuestro. Es devastadora esa sensación que nos intoxica frente a ese extraño que también nos mira, los gestos abatidos cuando no definitivamente hostiles o agresivos.
Vivimos una realidad tan compleja e incomprensible que ha arrodillado a la humanidad. La alternativa es resistir a la desesperanza o la angustia y hacer conciencia de que, quienes están situados al frente de nuestros destinos , y otras tantas personas de conciencia, se esfuerzan honestamente y sin descanso por hacer más llevadera la carga que doblega nuestros hombros.
A veces nos resulta imposible comprender la conducta o el comportamiento incongruente del otro. Las noticias están ahí: Por ejemplo los conflictos y las desavenencias en hombres y mujeres en quienes no es usual una postura desbordada o desequilibrada.
Es notable el aumento de la ansiedad y la depresión en adultos y niños. Nataly de Oleo, sicóloga, afirma que “el encierro cambia completamente la rutina de las personas”. Esta situación de crisis y desasosiego que nos alcanzó de repente y sin aviso, ha sumido a una buena parte de la población, incluyendo a agentes del orden público, en el desconcierto, la ansiedad y la adopción de actitudes inexplicables o desbordadas.
Uno de estos escenarios nos lo ofreció la fiscal Rosalba Ramos quien dijo que en los primeros diez meses del 2020 se presentaron cerca de cuatro mil denuncias por violencia de género y delitos sexuales solo en la fiscalía del Distrito Nacional.
El mismo jefe del Estado, Luis Abinader, ha reconocido las dificultades que enfrentan las autoridades. La comunicadora Hogla Enecia Pérez, dijo haber notado al ejecutivo “conmovido” por la situación general del país. Esa fue la razón por la que, a seguidas, “pidió a Dios y a la Virgen de la Altagracia que le ayude a adquirir la vacuna para prevenir el coronavirus lo antes posible”.
“Yo hubiera querido hacer mucho más”, añadió Abinader, “pero la pandemia nos limita mucho”. R. Figueroa, del Diario Libre, se refirió a que “absolutamente todos, sin importar el espacio que nos toca actuar en esta vida, estamos llamado a servir, no a aplicar el poder en desmedro de los demás”.
“El poder”, añadió- “no solo recae sobre los que visiblemente ejercen una función pública y salen en los medios de comunicación. El poder lo tiene quien menos podemos imaginar. Solo debemos actuar de cara al sol para lograr los mejores beneficios de la sociedad y de nuestros semejantes”.
En este contexto resulta edificante el anuncio del ministro de Obras Públicas, Deligne Ascensión, quien describió un “plan estratégico” que comprende la construcción y rehabilitación de obras en el Gran Santo Domingo y en Santiago donde se invertirán cientos de millones de pesos.
No obstante, el economista Isidoro Santana ha advertido que “endeudarse indefinidamente no es una opción”. De ahí que favorezca la firma de un pacto fiscal cuando las condiciones existan, y mientras ejecutar “reformas mínimas para conferir sostenibilidad a la deuda externa”.
A su juicio, un verdadero pacto fiscal debe contemplar cómo garantizar que el Estado pueda ofrecer servicios de salud y educación de calidad universal, un servicio de policía y seguridad ciudadana eficiente y confiable, y un ministerio público, tribunales y jueces adecuadamente remunerados.
“Se debe garantizar que los ciudadanos tengan agua segura, continua, potable y un saneamiento de calles, ríos y cañadas, procurar salidas al tema de los municipios, la seguridad social y la deuda cuasifiscal”, afirma.
La intención y los programas existen y se ejecutarán gradualmente. Mientras, se trabaja en muchos otros encaminados a superar el estado de devastación y crisis incubado y ejecutado por quienes están siendo juzgados como consecuencia de sus incalificables crímenes y delitos contra el patrimonio de todos.