Emily Bronte, poetisa y narradora inglesa, escribió: “Plácida la frente, cerrados los párpados y en los labios la expresión de una sonrisa; no había en el cielo un ángel más hermoso que ella”.
Aquí estamos frente a un monumento de exaltación combinada, que entrelaza la belleza interior y la física de la mujer. Y la mujer que se estima a sí misma, más por las cualidades de su alma o de su espíritu que por su belleza, resulta superior a su sexo.