El científico francés Luis Pasteur indicó: “La educación es el alma de la prosperidad de las naciones”.
Por supuesto, esa frase encierra un contenido mucho más profundo que el correspondiente al libro “La Riqueza de las Naciones”, de Adam Smith, del año 1776.
El problema radica en que el tema de la calidad de la educación lo vemos más con la emoción que con la razón, y las peores decisiones no son fruto de la reflexión del cerebro, sino del resultado de una emoción.