El novelista y escritor ruso Leon Tolstoi dijo que “la razón no me ha enseñado nada; todo lo que yo sé me ha sido dado por el corazón”.
La pureza del corazón constituye un activo importante en las personas de buena voluntad, la cual debe cuidarse como un tesoro de incalculable valor.
A un gran corazón, ninguna ingratitud lo cierra, ni la indiferencia lo cansa, porque su fortaleza resulta tan resistente como el acero.