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Una reflexión

“Cuando un amigo se va, queda un espacio vacío que no lo puede llenar llegada de otro amigo; cuando un amigo se va, queda un tizón encendido que no se puede apagar con las aguas de un río; cuando un amigo se va, una estrella se ha perdido, la que ilumina el lugar donde hay un niño dormido; cuando un amigo se va, se detienen los caminos y se empieza a revelar el duende manso del vino; cuando un amigo se va, queda un terreno baldío que quiere el tiempo llenar con las piedras del hastío…” dice la canción del cantautor argentino Alberto Cortez.

Esa pérdida es aún mayor si ese amigo había consagrado su vida al servicio de su pueblo, sin pedir nada a cambio. ¡Adiós a mi amigo Juan de los Santos!

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Luis García

Periodista, catedrático universitario.