Un proverbio anónimo reza que “el hombre próspero es como el árbol: la gente lo rodea cuando está cubierto de frutos; pero en cuanto los frutos han caído, la gente se dispersa en busca de un árbol mejor”.
No confíes en tu posición ni en la cantidad de dinero que tienes, ni tu poder, ni tu inteligencia, eso no durará.
Lo cierto que el tener mucho dinero tan sólo sirve para ser de los más ricos del cementerio.