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                    El teólogo, político, escritor y humanista inglés Tomás Moro dijo “dame un alma que no conozca el aburrimiento, los refunfuños, los suspiros y los lamentos y no permitas que me tome demasiado en serio esa cosa tan invasora que se llama yo”.
La cuestión es que cuando uno se habitúa a una dulce monotonía, casi nunca apetece ningún género de distracciones, con el fin de no llegar a descubrir que se aburre todos los días de la vida.
 
                                             
                     
                             
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
