El psicoterapeuta canadiense Nathaniel Branden observó que “el mayor peligro de engañar a los demás está en que uno acaba, inevitablemente, en engañarse a sí mismo”.
Se debe pretender siempre ser auténtico, procurado que se nos vea como realmente somos. Nuestra cabeza debe hacer juego con el corazón y las palabras con la buena educación.