Salomón, Rey de Israel, dijo que “el ignorante, si calla, será tenido por erudito, y pasará por sabio si no abre los labios”.
La diferencia entre el ignorante y el sabio resulta abismal; abarca la actitud y aptitud.
En la generalidad de las ocasiones, el ignorante ataca con la boca, y el sabio se defiende a través de la utilización de la poderosa arma del silencio.