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“La Constitución es un pedazo de papel”, dijo el político dominicano Joaquín Balaguer. Una Constitución no puede, por sí misma, hacer feliz a un pueblo. Una mala sí lo hace infeliz.
Los líderes encargados de elaborar una Carta Magna deben entender, al momento de discutirla, lo que en una ocasión afirmó la escritora rusa Ayn Rand, que “los derechos individuales no están sujetos al voto público”.
Partiendo de lo anterior, una mayoría no tiene derecho a votar la derogación de las prerrogativas logradas, aunque sea por una minoría.