“Las palabras pueden inspirar. Y las palabras pueden destruir. Elige bien tus palabras”, recomendó el escritor canadiense Robin Sharma.
Una vez pronunciadas, las conviertes como la casa en que habitas, que es tu propio cuerpo. Nunca mezcles tus palabras con tu estado de ánimo
. Esto así, porque puedes cambiar tu estado de ánimo, pero no puedes recuperar tus palabras.