El poeta y novelista estadounidense James Welch sugirió: “Sea honorable si desea asociarse con personas honorables”.
El honor no reside en cualquier persona, sino que está en los seres capaces de enarbolar las virtudes más sublimes de la naturaleza humana.
Esta cualidad debe comenzar en el corazón, pero si termina allí, en realidad no existe; también debe expresarse a través de las palabras, símbolos y acciones de la cotidianidad de la vida.