Las remodelaciones y reparaciones que a un costo multimillonario se están efectuando en muchas instalaciones de primer nivel con motivo de ser el país subsede de los Juegos Centroamericanos y del Caribe 2023, es un paso de avance significativo para 2026, cuando seremos sede de ese evento regional por tercera vez.
Pero al mismo tiempo también es una demostración fehaciente de los graves inconvenientes que existen en cuando al mantenimiento de la mayoría de las obras de importancia, que lamentablemente son abandonadas a su suerte.
Las siete instalaciones en donde se efectuarán las competencias de la subsede, es apenas una muestra de lo antes mencionado.
No es posible que obras que costaron millones en 2003 con motivos de la realización en el país de los Juegos Panamericanos, jamás fueron intervenidas, pero mucho menos, se le dio el mínimo mantenimiento.
Si bien es cierto que esa es una función enla que el Estado tiene la mayor responsabilidad, no es menos cierto, que es una irresponsabilidad de las diferentes federaciones que las ocupan y utilizan, ya que jamás han invertido ni un solo centavo de los fondos que han recibido en todo ese trayecto de los gobiernos.
Voy a ser reiterativo, porque la realidad es que aquí hay que decir las cosas como son, al pan- pan, y al vino- vino, o de lo contrario, seguiremos transitando por rutas escabrosas, todo producto de las actuaciones inconscientes e imprudentes, de quienes están en la obligación de velar permanentemente por el uso y mantenimiento adecuado de esas instalaciones.
Da la impresión de que esa dejadez en el movimiento deportivo y en otros estamentos del Estado, podría ser producto de un marcado interés en que esa situación sea una constante.