Una primavera por la paz

Una primavera por la paz

Una primavera por la paz

Ángel Gomera

La primavera es un buen tiempo, que recibe el año con gran esplendor de vida y belleza, en donde se conjugan sentimientos y emociones inspirados en una naturaleza que expresa con colores y alegrías su pincelada celestial.

Es decir, pone al descubierto el alma bella de la creación, recreando y galanteándonos con espectáculos impactantes, exuberantes y diversos, cada uno con su toque especial y de magia sin trucos.

Todo esto lo podemos observar en el verdor reluciente de los pastizales y de los árboles que sonríen con oxígeno de esperanza; en el florecimiento perfecto de las flores que exhiben sus vestiduras multicolores y aromas; en el revolotear romántico de las mariposas que caen rendidas de amor ante la picardía del polen de una dulce flor; en las copiosas lluvias que se hacen más abundantes y provechosas; en las aves que salen de compra por plumajes nuevos y vistosos al último grito de la moda; en los animales que se dejan ver con sus crías y en aquellos que despiertan luego de un tiempo de hibernación.

La primavera es vitalidad y luz, es un decirle “hasta aquí” a los días grises y fríos del invierno. Es aplaudir cada mañana la salida de un sol que despierta más temprano en la aurora de la vida. Por lo que esta estación nos ofrece la oportunidad del cambio y de un relanzarse a conquistar aquellas luces que han de alumbrar el caminar.

Este punto es importante tomarlo en consideración, y es que siempre vale la pena detenerse a rectificar, no dejando que lo inestable de las emociones nos conduzca a lugares oscuros y a comportamientos que provocan aridez en nuestras vidas y en las de los demás.

Porque así como en esta época vemos o hablamos de tantas maravillas, también observamos el despertar de aquellas emociones o pasiones que tienden a llevarnos a ciertos desórdenes y posturas agresivas, violentas e irritables, que causan perjuicios lamentables en el tejido social.

Ese actuar con baja o escasa inteligencia emocional, deviene en resultados reactivos y explosivos, donde no se mide el nivel de consecuencias, es lo que se denomina como el síndrome de la “mecha corta”.

Nuestra sociedad está viviendo ese flagelo con metástasis en la familia, en el matrimonio, escuela, en el tránsito, en los condominios o vecindad, en los jóvenes, en todo el orden social; por lo que requerimos declarar y trabajar una primavera por la paz.

Una primavera por la paz consiste en aprovechar esta época para fortalecer la conciencia ciudadana de que todos pertenecemos a la gran y única familia de la humanidad, por lo que precisamos disponernos a romper los muros de la indiferencia y del individualismo.

Para eso cada uno de manera particular debe asumir su compromiso de contribuir a derribar esas barreras que nos dividen, y que crean tantos eventos conflictivos y de violencia. Ese reconocimiento sincero alimentara con tus actos la convivencia pacífica que anhelamos como sociedad.

Una primavera por la paz, es colocar en vez de la violencia y el mal vivir, la promoción y los fundamentos de una cultura de paz, el diálogo, el respeto, la tolerancia o la capacidad de soportar las controversias y diferencias.

También es la búsqueda del perdón y la reconciliación más allá de los prejuicios, las exigencias previas y el orgullo.

Es necesario llegar a la urgente conclusión personal de que ya basta de ser, o tornarnos en amenazas a la paz. Si no alimentamos la paz interior en nada contribuiremos a la paz social, porque nadie puede dar de lo que no tiene.

Por eso el sentido de responsabilidad colectiva llama y nos invita a la apertura, al cuidado y al amor entre unos y otros. Las generaciones venideras esperan por nuestro sentido de historia, aprovechemos el buen vivir y dejemos como legado para una eterna primavera: La Paz.