El uso del transporte público en República Dominicana es una necesidad para los que no tienen las facilidades para comprar un vehículo. En nuestro país, este servicio es muy diverso, entre las opciones están los motoconchos, carritos, metro, teleférico, voladoras (autobuses), etc.
Yo tenía varios años sin utilizar transporte público y debido a mi trabajo y mis accidentes automovilísticos, decidí recordar lo que era pasar trabajo, para llegar a mi oficina tengo que tomar un motoconcho, un carrito y un autobús, solo me falta tomar una yola para llegar, pero cada día representa una nueva página en mi vida y una forma de conocer más nuestra gente, porque cada día trae algo diferente.
Mi último transporte para llegar a mi destino es una “voladora” y mi lugar favorito es la «cocina» porque de ahí salen las mejores conversaciones.
Un día regresaba a mi casa y estaba muy agotada de tanto trabajar y empezamos a hablar de la violencia de género y su relación con los famosos “cuernos” la conversación fue tan amena que todos los pasajeros participaron y el viaje se nos hizo más agradable. Todos contaban sus anécdotas, de hecho, hubo uno que dijo que si lo ayudaban para los gastos de la casa, él entraba en “toa” y todos reíamos, y yo intentaba crear conciencia sobre el tema para que las mujeres y hombres que iban ahí actuaran de forma responsable ante cualquier situación de violencia, el ambiente parecía una gira.
Admiro mucho la forma como la clase media confronta sus problemas, siempre mostrando una sonrisa sin importar la situación y buscando la oportunidad para hacer nuevos amigos, siempre hay momento para hablar.
Para mí, el transporte público representa una forma económica de botar el estrés, donde conozco personas y me río mucho con las ocurrencias de los choferes y usuarios, pero también no podemos negar las deficiencias que presentan las distintas compañías de transporte urbano, que la mayoría de veces no consideran a sus clientes, sometiéndolos a incomodidades, altos precios y problemas de limpieza.
Ojalá llegue el tiempo donde el servicio de transporte público cumpla con altos estándares de calidad, donde los ricos, políticos, clase media y población en general dejen sus vehículos en sus casas, como sucede en los países desarrollados, y puedan disfrutar de las locas situaciones que a diario me matan de risa, anécdotas que podrían inspirar a cualquier escritor que busque su próximo Nobel.
Y tú, ¿tienes alguna historia que quieras contar que te haya sucedido en una voladora?
¡Dios te bendiga!
Isauris Almánzar