La decisión 168-13 del Tribunal Constitucional, que despoja a miles de dominicanos y dominicanas de su nacionalidad, es la política más arbitraria, injusta e inhumana que se ha aplicado en el transcurso de nuestra historia republicana, solo comparable con el genocidio ordenado por Trujillo en 1937, donde fueron asesinados miles de haitianos de todas las edades y género.
Es una acción política tan cruel que retrotrae el exterminio de los tainos y demás pueblos originarios que poblaron la isla antes de la llegada de los españoles; la esclavitud de los negros traídos de África y todos los males que han padecido las clases trabajadoras y demás sectores oprimidos a todo lo largo de la historia escrita de la isla de Santo Domingo o Española.
Esa decisión del Tribunal Constitucional no solo divide el país, si no, que ha creado tensiones con el vecino pueblo haitiano de consecuencias impredecibles. Ha aislado a la Republica Dominicana de los demás países del Caribe, organizados en el Caricom, y ha recibido el rechazo de la opinión pública mundial, por ser una medida con características similares al Apartheid sudafricano, al segregacionismo de los Estados Unidos en los años 60 y a las acciones de la Gestapo nazi contra los judíos, los gitanos y otras nacionalidades que padecieron las atrocidades hitlerianas.
Esa política del gobierno del PLD ha indignado a los hijos e hijas de inmigrantes dominicanos, que se han movilizado en Estados Unidos y Europa en contra de la misma, temiendo que una medida de esa naturaleza pueda repetirse en los países donde nacieron, con todas las consecuencias negativas que esto implicaría para la diáspora dominicana.
Ha despertado sentimientos viles, acallados por los vientos libertarios que ha protagonizado el pueblo dominicano después del ajusticiamiento de Trujillo.
Sentimientos retorcidos, inculcados como ideología por el trujillismo, que niegan la negritud del pueblo dominicano e imponen criterios raciales inexistentes como el de “indio claro”, “indio obscuro”, etc., que reflejan el resentimiento social y racial de esa ideología y de sus continuadores actuales.
Con esa decisión del Tribunal Constitucional, el PLD y sus aliados en esta descabellada cruzada pasaran al zafacón de la historia, conjuntamente con los Santana, los Trujillo, los Báez, los Heureaux, asesinos y traidores que ensangrentaron nuestro terruño patrio y pretendieron venderlo al mejor postor.