Es triste, pero la peste (coronavirus) aparte del daño que apareja por si misma para los habitantes del planeta, al mismo tiempo se ha transformado en un aliada para determinados gobiernos .
Y no solo porque por su innegable importancia informativa relega a segundo o tercer lugar a otro tipo de hechos tan dolorosos para los humanos, incluso mucho mas tanto cualitativa como cuantitativamente, sino porque opera como biombos tras los cuales ocultan sus andanzas muchos mandamases, como le hemos destacado en columna anterior, tomando como ejemplo el caso de Nicaragua.
Mas de un presidente ha pedido “poderes especiales” para combatir la pandemia, los que se han transformado es restricciones a las libertades y los derechos de los ciudadanos.
La “cuarentenas ” obligatorias y las reglas de aislacionismo dispuestas en la gran mayoría de los países son aceptadas, por cuanto es lo que la colectividad medica mayoritariamente aconseja.
Ese tipo de estado de sitio para que de resultado requiere del animo y la actitud de los ciudadanos que asumen la necesidad de las limitaciones , pero, a la vez exige la seriedad y el compromiso de los gobierno de no abusar y de no saltarse las vallas que el sistema democrático, aun en emergencia, establece.
so no ha pasado en algunos lados y ha habido medidas arbitrarias, incluso algo ridículas que tienen que ver con las “excepciones” para el encierro que han agudizado las burlas, criticas y en casos generado brillantes creaciones humorísticas a través de las redes. Como que la gente aburrida y adentro se divierte como puede y no está mal.
Pero hay medidas muy discutibles, por no decir que están mal, como una liberación masiva de presos “ vulnerables” que han pasado a gozar de sus penas a domicilio, como ha ocurrido en Argentina.
La polémica ha sido grande por lo que implica una medida de ese tipo para la seguridad ciudadana, y se calienta mas aún con el hecho que los primeros beneficiados por el sistema, antes de la “ampliación”, fueran presos condenados o procesados por actos de corrupción durante los anteriores gobiernos kirchneristas .
Alberto Fernández les dio una mano, seguramente con la bendición u orden de su vicepresidente Cristina Kirchner
El tan manido“ bien común” o el ”interés general” a los que en muchas circunstancias se apela sin ningún fundamento para recortar derechos a los ciudadanos – entre ellos el primero la libertad de prensa y el derecho a la información- ahora, con la pandemia, más que justificados.
Y en alguna medida esa potestad del ciudadano a saber lo que pasa ha sido “ tocada” en algunos países con sistemas democráticos.
En los autoritarismo ni hablemos de tocar, ha sido manoseada y violada a gusto y gana.
Ello ya se venía haciendo el algunos lados , como es sabido, pero ahora al amparo de la peste. Para ganar tiempo ya no necesitan el auxilio del Papa Francisco, como ha ocurrido con Maduro, pues la pandemia arregla todo.
Justifica las dificultades económicas que se arrastraban desde antes y la falta de capacidad para afrontar la responsabilidad de gobernar y los desafíos de la economía agravados por la pandemia. Al Covid19 se la van a cargar mucha culpas extras, además de las propias, sin duda.