El mundo enfrenta un fenómeno migratorio sin precedentes, impulsado por diversos factores, como el cambio climático, los conflictos armados y las violaciones a los derechos humanos en distintas partes del planeta.
Europa y Estados Unidos son los destinos más afectados, aunque países vecinos también enfrentan desafíos relacionados con la migración.
Según estadísticas, en 2023, el número total de desplazados a nivel mundial alcanzó los 110 millones de personas. El Mediterráneo central se ha convertido en una ruta clave para los migrantes que viajan desde África hacia Europa.
En respuesta, la Unión Europea ha reforzado sus medidas de control fronterizo, incluyendo la deportación de personas que ingresan ilegalmente. A pesar de estas políticas, la migración ilegal hacia la UE aumentó en 2023 un 48 % en comparación con el año anterior, alcanzando 281,431 ingresos clandestinos.
En América, los migrantes que viajan desde Centroamérica y el Caribe hacia Estados Unidos enfrentan peligros significativos, especialmente al cruzar la selva del Tapón del Darién.
En lo que va de 2024, más de 100,000 migrantes han cruzado esta selva, igualando el número de los tres primeros meses del año anterior. Además, los niños son especialmente vulnerables, ya que aproximadamente 37 millones han sido desplazados.
En este contexto, los organismos internacionales especializados en temas migratorios y la defensa de los derechos humanos enfrentan el desafío de desempeñar su papel de manera más efectiva, ya que sus críticas y cuestionamientos a los países víctimas de la migración desbordada a menudo no van acompañados de esfuerzos para abordar las causas fundamentales de la crisis migratoria.
En lugar de influir o crear mecanismos de asistencia para los países generadores de la crisis, se enfocan en los países receptores, lo que deja sin resolver las raíces del problema.
Aunque miles de migrantes han sido repatriados, las políticas para brindar ayuda federal o estatal a los migrantes en Estados Unidos enfrentan desafíos presupuestarios y políticos.
Esta situación podría afectar las posibilidades de reelección de Joe Biden, especialmente frente a un contendor como Donald Trump, quien no oculta su intención de deportar a todos los migrantes de retornar a la Casa Blanca. De hecho, la política de Biden ha experimentado cambios recientes, incluido el anuncio de la reanudación de las deportaciones de haitianos.
Por eso, el informe reciente del Departamento de Estado de Estados Unidos, que critica la política de repatriaciones del Gobierno dominicano, ha causado sorpresa y rechazo. El informe sugiere que el país debería seguir siendo receptor de una migración que desborda su capacidad y su aparato de seguridad.
Aunque pueden ocurrir casos aislados de violaciones a los derechos humanos durante los operativos de repatriación de indocumentados, hechos que deben ser enfrentados por las autoridades con consecuencias, es importante considerar también la resistencia que ha estado surgiendo entre haitianos a estos operativos que a menudo recurren a la violencia. Ejemplos de estas situaciones abundan.
Es imposible que República Dominicana continúe siendo el contrapeso a la crisis haitiana, especialmente en un contexto en el que los organismos y gobiernos extranjeros no ofrecen garantías de que la situación haitiana encontrará una solución a corto o mediano plazo.