Para la gran mayoría de los dominicanos fue una sorpresa la renuncia ayer de Luis Mejía Oviedo como presidente del Comité Olímpico Dominicano debido a que en nuestro país, cuando se llega a un cargo, se cree que es de su propiedad, que lo obtuvieron por herencia.
Luisín llegó a ese cargo en 2004, reemplazando al doctor José Joaquín Puello. anunció cuando fue reelecto para un nuevo periodo, que dejaría el cargo en enero de 2021, tras los primeros dos de los cuatro años para los que fue electo.
Y cumplió con su palabra, aunque no es familia ni tiene parientes de “galleros”.
Desde las posiciones que ocupa, como miembro del Comité Olímpico Internacional y presidente de Centro Caribe Sports, antigua Odecabe, podrá seguir apoyando el deporte dominicano.
En su larga trayectoria al frente del COD Luisín realizó un excelente trabajo, que hoy todos podemos constatar, con las excelentes actuaciones de nuestros atletas en eventos internacionales de primer nivel.
No hay duda de que deja una gran impronta en el deporte, pero lo más importante es que todavía hay hombres de palabra en nuestra sociedad.
Collin Acosta, nuevo presidente del COD, debe ponerse los pantalones largos para seguir el desarrollo que ha tenido el deporte en la última década.
La renuncia de Luisín también debe ser un mensaje para los dirigentes que desde diferentes posiciones desde Federaciones, Asociaciones y Clubes, se creen dueños y señores de esas entidades, que han venido dirigiendo por los siglos de los siglos.
Aquí cabe a la perfección una estrofa de una de las canciones del recién fallecido Tito Rojas, “Nadie es eterno en el mundo”.