Resulta impensable y sorprendente, como en un muy reducido lapsus, se diluyen y desaparecen casi por completo del fervor popular, figuras salidas de sus propias entrañas y que por años producto de sus hazañas y proezas, fueron protagonistas estelares.
En apariencia podría parecer un tema de poca monta, pero debe llamar a la reflexión, sobre el por qué se originan esos fenómenos.
Para algunos estudiosos de la conducta humana, podría ser fruto de la ignorancia de una parte de la sociedad, que en su momento resaltó y alabó a ese héroe que hoy lo colocan prácticamente en un estado de ostracismo.
Y es sumamente extraño que sociedades con conocimientos de causa, olviden las glorias personales logradas por esos héroes, que también fueron orgullo para todos sus conciudadanos.
Si existen sociedad con pésima memoria, la nuestra debe ubicarse entre las cinco primeras, porque hemos visto como acontecimientos relativamente recientes caen en el vacío.
Eso ha sido más común en el campo de la política partidista, en las que se han dado casos de que después de años de luchas por obtener su salida del poder, esas mismas masas en poco tiempo, los elevan a “la cúspide del olimpo”.
En los deportes no es tan común, pero los dominicanos tenemos un caso que bastante llamativo, a quien por varios ocho años constituyó el máximo orgullo nacional, se podría afirmar que constituyó una verdadera Marca País, un orgullo nacional que trascendió todas las fronteras.
Me refiero al expelotero Sammy Sosa, quien con las famosas señas cuando sacaba la pelota del parque, en un momento fue una de las formas de identificarnos como país. Hoy esa llama se apagó, al punto de que creo que hasta lo ignoran y menosprecian. Somos así.