Los próximos cuatro años de gobierno del presidente Abinader es de esperarse y desearse que sean los más positivos de su mandato de ocho años.
No obstante, son muchos los desafíos que nos aguardan a todos, pueblo y gobierno. Lo definitivamente cierto es que quienes aspiran y sueñan con un presente y un futuro promisorios deberán superar una avalancha de situaciones sumamente complejas que, en ocasiones, parecen colmar de nubes oscuras el horizonte.
El Ministerio Público y el esquema de administración de justicia en su totalidad serán blancos fundamentales de quienes apuestan por un estado de cosas contrario a las aspiraciones colectivas.
El proceder de estas instituciones, bajo la administración de sus actuales ejecutivos, han recuperado la confianza de una ciudadanía que había perdido toda esperanza de que, alguna vez, se adoptara una actitud firme e indeclinable contra prácticas en extremo nocivas en la administración pública.
“Ayer mismo”, declaró este sábado 27 de abril del año en curso el Procurador Adjunto Wilson Camacho, “presentamos la acusación de Operación Calamar, un texto de tres mil 662 páginas, 46 personas acusadas, y más de dos mil medios de prueba” (Hoy). Una noticia edificante y esperanzadora.
Días atrás se informó que otras 16 personas serían incluidas en el caso, todas ellas figuras relevantes de la anterior administración gubernamental, de seguro la más corrompida de toda la historia de la República Dominicana.
Hay otras noticias positivas, aunque en un orden distinto. Por ejemplo, la vigésima cuarta edición de la Feria Turística 2024 concluyó, tras realizar ocho mil 445 encuentros de negocios en el que se dieron cita 23 países.
En contraste, provoca preocupación y hasta temor el número de estafas que el ciudadano se ve obligado a enfrentar de manera cotidiana.
En las redes sociales “cualquier interacción con un extraño es un riesgo. Esta situación ha alcanzado niveles tales que, a juicio de los entendidos, “toda faceta de la vida diaria aparentemente viene con su estafa correspondiente”. “La idea de que podamos ser engañados en cualquier momento nos hace sentir vulnerables”, declaró Pamela Rutledge, directora del Centro de Investigación de Psicología de los medios en Boston.
Desde otro punto de vista, un problema que parece irresoluble es el del tránsito. Zoraima Cuello, una persona ducha en estos menesteres mencionó como parte de la solución del grave problema “la gestión inteligente de transporte, con centros de control de tráfico, cámaras inteligentes, sensores en tiempo real, modernización de la red de semáforos y la fiscalización”.
Otras ideas de esta dama son la imprescindible educación vial, impartir programas educativos diseñados con la asesoría de la Universidad de Valencia, politécnicos especiales en áreas de transporte y, al nivel universitario, repasar modelos e instrucciones como los que figuran en el texto “Tránsito, movilidad y transporte”.
En cuanto al transporte colectivo, asentar el sistema sobre estos ejes: reordenamiento del sistema, eliminación de los carros del concho, mayores inversiones en el metro, los teleféricos y los corredores de las grandes vías citadinas. Este aspecto del tema resulta en extremo urgente.
El caos en el tránsito debe ser enfrentado ya mismo y sin mayores miramientos, concesiones, politiquería y conveniencias equívocas.
Hay otros aspectos, en otras áreas, que es preciso considerar: por ejemplo, el tan comentado “barrilito” del Congreso, que le cuesta al Estado la suma de 252 millones 852 mil pesos anuales.
Es preciso r retomar con todo vigor la lucha anticorrupción, porque, de lo contrario, volveremos a un estado de cosas que la ciudadanía rechaza en el amplio sentido de la palabra. Quizás sea necesario reeditar aquellos esquemas de la lucha contra el retroceso.
El Listín Diario, en una de sus brillantes notas editoriales, manifiesta que frente a tantas distorsiones “como quiera es un dilema. El ciudadano, a pie o en vehículo, es un rehén en una capital colapsada, sea en tiempos secos o lluviosos”.