Una mirada al noroeste del país

Una mirada al noroeste del país

Una mirada al noroeste del país

Roberto Marcallé Abreu

Quien se encamina al norte del país, nombrado casi siempre como “La Línea” y atraviesa las comunidades que se extienden desde Santo Domingo hasta Montecristi apreciará un cambio tan profundo solo equiparable a la reconstrucción de la Autopista Duarte que se produjo durante los sucesivos gobiernos del doctor Balaguer.

Hice el recorrido hasta Montecristi y realmente es para sorprenderse por este descomunal esfuerzo del gobierno que preside el presidente Abinader. La transformación se inicia en la John Kennedy, mucho antes de la Núñez de Cáceres en Santo Domingo. Desde ese punto geográfico se vislumbra el avance de los trabajos del Metro que, presumo, se extenderán de manera profunda mucho más allá de los límites de Santo Domingo.

La autopista Duarte ha sido sustancialmente mejorada y habilitada. Los trabajos de adecuación, modernización y embellecimiento de la considerada como principal vía del país han transformado radicalmente su aspecto y los profundos cambios atrapan la atención de quien la recorre. La impresión que ahora provoca es la de una vía de las grandes ciudades.

La labor de acondicionamiento y reasfaltado ha sido concluida en los carriles que van desde Montecristi hasta Santo Domingo y se ha avanzado de manera significativa en los carriles paralelos de la contravía.
Lamenté el estado inconcluso en que se encuentra la carretera de la zona conocida como Jaiquí. Fue una vía concebida para llegar al complejo turístico y playa Mipopa cruzando por un paraje conocido también como Isabel de Torres. (Ahora mismo se encuentra solo a nivel de cascajo).

En los postes de todo el camino se exhiben enormes afiches con fotografías del presidente Abinader y los candidatos de las diversas localidades. También observé una cantidad significativa de promoción política de Abel Martínez, y de Leonel Fernández, candidatos de los partidos de la Liberación Dominicana y de la Fuerza del Pueblo.

Me hospedé en el que fuera el principal hotel de Montecristi, edificado, creo, en la Era de Trujillo y que durante mucho tiempo fue uno de los mejores si no el mejor de la zona.

El viejo hotel se encuentra en un progresivo estado de deterioro pese a que disfruta de la mejor vista de El Morro, que es un monumento natural que define la zona.

Desde sus decaídos balcones se puede apreciar el movimiento de la amplia avenida en la que operan restaurantes, lugares bailables y de encuentro de la ciudad. Las aguas del mar tocan suavemente la playa de arena blanca, una luna impresionante se proyecta en todo el horizonte y luces ambarinas de los establecimientos y residencias se reiteran a todo lo extenso de la playa.

No sé de quién será la propiedad del que fuera el principal y más emblemático hotel de la ciudad, pero su decaimiento requiere de un trabajo urgente de recuperación.

En la mañana de retorno, el sol se vislumbra en la distancia y su belleza es impresionante. Algo que noté a todo lo extenso del camino es que la flora se ha recuperado de manera firme, y el verdor de los campos cibaeños ha retornado con todos sus matices, embelleciendo de manera asombrosa todo el trayecto.



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