Conforme con el espíritu del artículo 126 de la Constitución dominicana, el día 16 de agosto el presidente y vicepresidente elegidos en los comicios generales, prestan juramento para iniciar un periodo de cuatro años establecido por la carta magna.
Este juramento, antes de entrar en funciones, ha de efectuarse ante la asamblea nacional por mandato del artículo 127 de la Constitución, con la formalidad: “Juro ante Dios y ante el pueblo, por la Patria y por mi honor, cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes de la República, proteger y defender su independencia, respetar los derechos y las libertades de los ciudadanos y ciudadanas y cumplir fielmente los deberes de mi cargo”.
Luego de este sacrosanto juramento, el presidente de la Republica se dirige a la nación para delinear el propósito de su gestión de gobierno, en consecuencias, expresa los objetivos de su política económica y sus aspiraciones sociales para responder a la demanda de la sociedad.
Se trata del preaviso del gobernante para enfrentar los niveles de pobreza, mitigar la desigualdad social, comprometerse con la estabilidad macroeconómica, fortalecer la gobernabilidad, no erosionar la estabilidad política y, por ende, hacer el compromiso de respetar y robustecer los espacios democráticos.
El 16 de agosto del 2020, el ciudadano Luis Abinader asumió como presidente de la Republica por un periodo de cuatro años, el cual llega a su final este viernes 16 de agosto del 2024.
Al pasar revista al discurso del presidente de la Republica se observa la afirmación de que “los niveles de deuda pública habían llegado ya a los límites de la imprudencia y la deuda consolidada de todo el Estado fue duplicada en la última década”, pero cuatro años después la dirección general de crédito público presenta en su página que al 30 de junio del 2024 esa misma deuda pública, del SPNF, arroja la temible cifra de US$55,730.2 millones el cual supera los US$ 44,622.3 millones del 2020, mientras que la deuda pública consolidada, al mes de marzo 2024, se sitúa en el impronunciable monto de US$ 74,781.0 millones, en tanto que tan solo en el 2023 se estableció el histórico récord sin precedentes US$9,249 millones en préstamos.
Las promesas discursivas aumentaron de tono cuando el nuevo presidente anunciaba “iniciaremos un plan de reparación y construcción que impactará a más de 30.000 viviendas para reactivar las economías locales en todo el país”.
Sin embargo, el ministerio de la vivienda y edificaciones hace público que en el cuatrienio se han entregado 5,665 viviendas, es decir, un déficit de 24,335 viviendas.
La imaginación y las emociones llegaron de extremo a extremo de la geografía nacional cuando la euforia del discurso llegaba a su clímax de que en lo inmediato se impulsará “la construcción de la Autopista del Ámbar, que permitiría llegar de Santiago a Puerto Plata en tan solo 25 minutos y de Santo Domingo a Puerto Plata en dos horas”.
En adición, “el desarrollo turístico de Pedernales, que desarrollaría su propio aeropuerto así como la construcción de 3.000 habitaciones hoteleras en varios hoteles y el puerto de Manzanillo que nos permitirá dar salida a las exportaciones de banano y las zonas francas de Santiago y la línea noroeste”, cuatro años después todo está en su punto inicial.
Según el discurso del nuevo presidente “hemos empeorado en los informes PISA desde 2015, situándonos hoy en el último lugar de 79 países en matemáticas y ciencias y en el penúltimo en lectura”.
Pero resulta que la misma evaluación de PISA informa que en la actualidad Republica dominicana ocupa la posición número 77 de 81 países.
El presidente describía “la inseguridad que afecta a miles de dominicanos y dominicanas.
El 77% de la sociedad considera la delincuencia como su principal preocupación”, sin embargo, este malestar continúa siendo una preocupación para el 76.8% de los dominicanos.
Situación esta que refleja una frustración, en virtud de que el presidente fue enfático cuando afirmaba
“en este nuevo tiempo que comienza emprenderemos una reforma integral de la policía nacional que promueva cambios en la cultura institucional”.
Y nada avanza. Pero las promesas seguían sin límites cuando fue puntual al señalar que “tampoco podemos olvidar a todos aquellos que lucharon con determinación por garantizar el respeto a la Constitución y nuestras leyes”.
A pesar de esas estruendosas palabras, se intenta una reforma constitucional que derrumba el articulo 174 de la Constitución y se desconoce el articulo de 272 de la misma, asi como los artículos 30 y 32 sobre los símbolos patrios y la sustitución del escudo nacional en la identidad de las instituciones públicas.
Aunque en su discurso de toma de posesión, Luis Abinader fue muy rimbombante al afirmar que «bajo mi presidencia, el sistema sanitario no colapsará».
Sin embargo, el sistema de salud sigue siendo una asignatura reprobada, con las mismas adversidades y con la insatisfacción de las aspiraciones de los profesionales de la salud que se entregan por el bienestar colectivo.
¡Los hechos hablan solos y no necesitan interpretes!