Santo Domingo.-Después de 60 años en la educación y recibir casi igual número de reconocimientos por su dedicación y entrega, a Dominicana Pérez Estepan lo que más le satisface es la decisión de ser maestra.
Aunque soñó ser abogada, la condición de hija única de su madre, quien ejercía el magisterio en Azua, la obligó a quedarse a allí y enamorarse de la profesión, en la que por mandato del “Jefe” (el dictador Rafael Leónidas Trujillo) incursionó a raíz de graduarse de bachiller en 1954 y ser incluida en el Plan Trujillo de Alfabetización Total, de adultos.
Con apenas 16 años se inició como maestra rural en la escuela Los Tramojos, en Estebanía, luego se trasladó a Santiago, a la Normal, después a una escuela primaria urbana, hasta alcanzar allí el nivel de directora del centro; con igual cargo pasó al liceo Presidente Trujillo, de Azua, donde completó los primeros 28 años de ejercicio magisterial y fue jubilada; trabajó en otros centros siete años más.
El rabito a la “a”
“Cuando era maestra de básica lo que mayor satisfacción me daba era ver a mis muchachos ponerle bien el rabito a la ‘a’, porque de ahí en adelante sabía que harían las otras vocales. Les decía, sigue derecho y ponle un poquito hacia arriba, que la ‘u’ son dos rabitos de la a”, recuerda en tono jocoso.
Algo más que le llena de gozo fue que, aunque dedicó sus años mozos a la escuela, no descuidó su familia.
Alfabetizó a sus cinco hijos y se graduaron de médico cirujano, ingeniero civil con maestría en vías y transporte; maestro, con especialidad de Química, uno es abogado y una arquitecta.
Legado
Dentro de sus aportes, le place haber fundado la Universidad Tecnológica de Azua hace 30 años, donde entes humildes que no pueden venir a la Capital logran una carrera.
Igual complacencia siente Dominicana de impulsar el Plan Piloto Educación Valores iniciado en 1972, que le permitió abarcar 3 mil 500 escuelas, formar a 19 mil maestros y llegar a un millón de estudiantes. Se alegra tener discípulos como el padre Héctor Sánchez, otrora director del colegio Calazán aquí y ahora en Costa Rica.
Depuso Gobernación
Fruto de su labor en bien común, en 1984 la nombraron gobernadora de Azua y justo en ese momento le llegó una beca para una maestría en la Universidad Interamericana de Puerto Rico. Muchos le dijeron que la Gobernación era una gran oportunidad.
“¿Qué hice?, dije: me voy a estudiar, no soy política y con eso lo que voy es a tener muchos problemas, lo que soy es maestra”, dice llena de satisfacción.
Aunque dicen que nadie es profeta en su tierra, Dominicana ha recibido siete reconocimientos en su pueblo, entre esos “Hija distinguida de Azua” y como fundadora de Utesur.
Ha recibido dos placas de la Cámara de Diputados, como mujer ejemplar y maestra meritoria. Obtuvo la medalla de oro al mérito Ercilia Pepín, por parte del Ministerio de Educación.
Acumula 22 placas de colegios y escuelas, ya que ha trabajado en todo el país.
Recién recibió un reconocimiento por sus 25 años en Acción Empresarial por la Educación, en el aniversario de esta entidad, de la que es miembro fundadora y directora de Educación.
Ojalá surjan muchas Dominicanas, que no sólo lleven el gentilicio del país, sino que pongan en alto su nombre, forjando a más personas en pro de la educación y bien común.