No se si alguna vez podrá hacérsele una limpieza a la historia nacional y liberarla de muchos mitos que se han consagrado como verdades.
El de la batalla del 30 de marzo, por ejemplo, murieron setecientos invasores haitianos y por obra de la providencia, los dominicanos no tuvimos ni un solo muerto.
Que Duarte rechazó la presidencia cuando lo proclamaron en Santiago en 1844. Cuando, si se juzga por lo que se le atribuye haber dicho a ese respecto, lo que el patricio hizo fue aconsejar a sus seguidores que fueran justos, lo primero, si querían ser felices.
En cuanto a la historia del merengue me encuentro con mitos rígidamente establecidos, sostenidos inexplicablemente por gente leída, que a veces en pose doctoral dice que el primer merengue se tocó el día de la batalla de La Talanquera, para burlarse del soldado Tomás Torres que supuestamente huyó de miedo en medio del combate. O que el Juangomero es el merengue más viejo y por lo tanto el primero de todos.
En la historia política abunda el mito y se consagran falsedades. Especialmente, si el mito o el rumor convertido en tesis va dirigido a dañar honras ajenas.
Un mito en la historia contemporánea es aquel, según el cual a todo el que participó en el secuestro del coronel norteamericano Donald Crowley lo mataron, y más aún, que todo el que se salvó fue por ser agente de la CIA.
Aclaro que aunque era un cuadro intermedio del Movimiento Popular Dominicano –MPD-, al cual se atribuye la autoría del hecho, no tomé parte en el mismo.
Pero tenía muchas informaciones y he investigado mucho. Además, por simple sentido común, hay que pensar que en una acción así tomaron parte directa o indirectamente decenas de hombres y mujeres, la mayor parte de los cuales vive aún, afortunadamente.
Me consta. Los norteamericanos no son todopoderosos.
A parte de los participantes ni siquiera se les mencionó en relación con el secuestro, nunca fueron descubiertos. Algunos, los menos, murieron realmente asesinados. Otros por causas naturales.
Y lo peor en torno al mito de que todos murieron, es que cualquier audaz, sin conocimiento de causa, se atribuye la facultad de dictar sentencia y decir que fulano participó y como está vivo es agente de la CIA. Ojalá alguna vez liberemos la historia de tantos mitos y falsedades.