Patricia Arache
@patriciarache
Entre las primeras informaciones de este nuevo año 2023, que de hecho ha generado muchas, buenas y malas, al punto de que parecería que ya es un tiempo viejo, hay una que ofrece grandes esperanzas en la lucha contra el hambre en República Dominicana.
La directora de la División de Alianzas de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Marcella Villareal, junto al representante de ese organismo en el país, Rodrigo Castañeada, ha ofrecido estadísticas alentadoras.
Revelaron los funcionarios que República Dominicana ha logrado disminuir el índice de hambre en su población de un 8.3% a 6.7%, a pesar de que ese grave problema social ha aumentado a nivel global y, particularmente, en América Latina.
Hay más de una causa por la que el hambre o hambruna mundial crece, a pasos agigantados y afecta con más fuerza, por supuesto, a los sectores vulnerables.
Organismos internacionales citan como causas, el cambio climático, la pobreza, las guerras, falta de infraestructura agrícola, crisis sanitarias, esencialmente el COVID-19 y, aumentos de precios de los alimentos en los mercados internacionales; y en lo que se refiere a República Dominicana, hay que incluir, también, el elemento de la corrupción administrativa.
La FAO establece cinco categorías del hambre en el mundo, a partir del Índice Global del Hambre (GHI), por sus siglas en inglés, y en esa, clasificación, República Dominicana estaba en el año 2021 en el nivel dos, con un rango de entre 5 y 9,9, representada por el color verde.
De acuerdo a esta clasificación, el color azul, habla de hambre extremadamente baja, con un nivel menor de 5; el verde, moderada (5 a 9,9); el amarillo, seria (entre 10 y 19,9); púrpura, alarmante, (20 a 29,9); y rojo, extremadamente alarmante (mayor a 30).
La reducción de un 8.3%, en el 2018 a 6.7% en el 2021, de la población en condiciones de hambre, acerca a este país caribeño al azul de las naciones en las que esa realidad social, que duele, avergüenza y mata es extremadamente baja.
No hay dudas de que en el país se han aplicado acciones y gestiones que han logrado impactar a niveles importantes ese viejo mal que preocupa a un mundo, en el que el 10 por ciento de la población más rica posee el 87,7 por ciento de la riqueza global y de ésta, apenas el 1 por ciento, acumula más riqueza que el 99 por ciento restante, lo que significa que tienen en sus manos más del 50 por ciento de la riqueza.
Es necesario continuar con los mayores esfuerzos para que, cada vez más, República Dominicana alcance niveles de desarrollo y crecimiento y que, como nación, comience a manejar índices distintos a los que hasta ahora ha tenido que mostrar que, aunque son muy humanos, no necesariamente hablan de bienestar social y colectivo.
Por ejemplo, cuando el gobierno que encabeza el presidente Luis Abinader Corona informa la entrega del subsidio “Aliméntate” a un millón 343 mil 450 familias; con un monto de mil 650 pesos mensuales y otros tantos para suplir diferentes necesidades para la sobrevivencia de sus conciudadanos, confirma que heredó una profunda deuda social acumulada, frente a la cual hay que seguir trabajando para disminuirla.
Hasta ahora, las autoridades mantienen un subsidio para todo: comida, pago de energía eléctrica, dotación de gas licuado de petróleo, transporte y salud, entre otros renglones.
Lo positivo de estas propuestas sociales es que desde hace un tiempo también incluyen, de manera formal y sistémica, el subsidio para la formación y la capacitación para que hombres y mujeres, jóvenes y viejos, logren alcanzar habilidades que les permita insertarse al mercado laboral y, en otro caso, iniciar proyectos propios como emprendedores.
¡Esa es y debe seguir siendo la apuesta! Formación, capacitación, autogestión para la gente, con lo cual se lograría romper con la práctica del asistencialismo, que en algunos momentos y casi siempre se convierte en paternalismo.
Ha sido un comportamiento político que en el país ha venido arrastrando a su paso todo tipo de iniciativa o voluntades que permitan a miles de ciudadanos despertar y dar el salto de la ignorancia a la esperanza, del desamparo a la real protección y del hambre a la adecuada alimentación.
Hay muchos desafíos por delante, pero también, buenas señales que deben ser bien aprovechadas por y para el cambio. ¡Enhorabuena!