La sabiduría es uno de esos dones que se alcanza con el paso del tiempo, las experiencias vividas y las reflexiones. Es imposible que alguien llegue al nivel de sabiduría y madurez de los sabios sino no ha vivido y meditado sobre su propia realidad.
La inteligencia viene en los genes, pero solo alcanza para resolver matemáticas, físicas, químicas y del orden mental. Se puede ser inteligente para pasar exámenes y al mismo tiempo torpe para pasar en la vida.
He aprendido con los años, los tropiezos y las reflexiones, que solo con el alma logramos llenar ese espacio llamado sabiduría.
Ahora entiendo que el alma no está en un lugar específico. Ahora la reconozco en todo mi ser. Es cultivable siempre y cuando encontremos formas de poner de lado el ego y nos aceptemos como simple mortales que vamos de paso por la vida.
Todo en nuestro sistema puede vibrar como un alma cuando cada individuo se detiene por un momento y piensa en sí mismo como parte de un todo pero a la vez como parte de la nada. Pero sin lugar a dudas debe empezar por “mi mismo”, por mi propia necesidad de encontrarme como ser humano.
Cuando entendemos que los demás no nos gritan a nosotros sino que se gritan a ellos mismos, entonces podemos dejarles gritar sin que eso nos perturbe.
Quien grita o lastima lo hace porque está lastimado; gritarle no va ayudar pero si puede empeorar la situación de todos.
No permitas que el dolor de otros, te dañe o robe tu tranquilidad. Respira cuantas veces necesites y si puedes regalarle un poco de paz o amor a esa alma hazlo desde la profundidad de tu propia alma.