Esta semana me empezaron a llegar felicitaciones desde Linkedin. Me dio curiosidad porque no sabía exactamente a qué se referían. Cuando me doy cuenta que me está recordando que hace diez años que decidí comenzar la aventura de tener mi propia empresa.
La verdad que me tomó por sorpresa, no suelo llevar la cuenta de las cosas, pero de repente vi la cifra: una década. Tomé la decisión cerca de los 40, una edad en la que se supone que ya debes tener estabilidad en tu vida y no hacer cambios radicales. Para mí, el mejor momento, por la madurez y la experiencia adquirida como empleada, primero.
Me tomé un tiempo para valorar este camino recorrido y la verdad que ha sido una verdadera montaña rusa en la que he estado a punto de tirar la toalla varias veces, así como he llegado a la cima con grandes logros.
Lo volvería a hacer, definitivamente. ¿Haría cosas diferentes? Pues según la lógica debería decir que sí, pero conociéndome sé que volvería a hacer exactamente lo mismo, a pesar de los muchos errores cometidos, pero es que para mí son necesarios porque son la forma de verdaderamente aprender.
Hoy se habla mucho de emprender, de tener tu propia empresa, de ser tu propio jefe.
Creo que es algo que debe hacerse con el convencimiento de que es la oportunidad de dar lo mejor de ti, de crear un equipo que crea en lo mismo que tú y trabajar mano a mano.
Este camino no se puede hacer solo, como tampoco se puede hacer sin antes haber tenido la experiencia de trabajar para otros.
Pero al final, tal y como hice yo, cada uno tiene que asumir sus decisiones, solo decir que la suerte de verdad te encuentra trabajando, no porque la merezcas.