SANTO DOMINGO.-Pocos mortales pasan desapercibida la “casa-jardín” de la calle Rubí del sector El Pedregal, dada la belleza que reflejan sus bien cuidados arbustos, helechos, cactus y suculentas que cultiva su propietaria.
Desde joven le encantaban las plantas, pero fue a partir de su retiro laboral cuando se dedicó de lleno a la silvicultura como forma de ocupar su tiempo.
“A mí toda la vida me gustaban las plantas, y tenía mis matitas, cuando dejé de trabajar como contable y me quedé en casa, eso fue un caos, no estaba preparada para quedarme ociosa, fue un proceso y me fui involucrando y a eso me dediqué”, narró Elba Saladín.
Cuenta que es una labor constante cuando no está entresacando malezas, está abonando, podando, mejorando las tierras o regándolas. Dice que la gente las ve muy bonitas. Empero, no imaginan el sacrificio de disfrutar ese jardín, el cual es un atractivo para los transeúntes del lugar.
Nombres familiares
Ella conoce algunos nombres científicos de las especies que cultiva, más le son más familiares sus denominaciones comunes como la “lengua de suegra”, “palo de Brasil”, “cuernos de venados”, “zamia”, “progresos”, cactus espirales, suculentas, entre otras variedades.
Ella y su esposo procrearon dos hijos, ya casados, un varón y una hembra y esta última no quiere saber de esa dinámica. “Ella en su casa apenas le gusta tener una plantita, a mí por el contrario me apasionan”, refirió.
Elba tiene claro que plantar brinda aire puro, reduce el calor y el monóxido contrarrestando así el cambio climático. “En término medioambiental esto es un purificador de aire y un catalizador que te hace olvidar hasta los problemas”, añade doña Elba, que prefiere cultivar antes que vender, porque este último no es su arte.
Labor ecológica
— Vecinos imitan
Algunos vecinos del lugar han empezado a imitar esta labor ecológica de plantar, que aparte de embellecer mitiga el ruido, las altas temperaturas, dan sombra y por igual atraen aves y polinizadores.