La vida política democrática de la nación dominicana sigue involucionando en cada campaña que asistimos desde el 1996.
Las candidaturas en todos los niveles se apoyan en la capacidad de gastar en propaganda, en pagar a comunicadores para que les promuevan y fotos retocadas. No hay ninguna propuesta racional y práctica sobre los grandes problemas de la nación dominicana.
Ninguno explica como enfrentará la deuda pública que sigue incrementándose sin control, nadie indica como mejorará cualitativamente el gasto en educación, mucho menos la inversión que demanda el sector salud, sin olvidar el tema de las pensiones que cotidianamente se denuncia como un negocio financiero que no brinda el servicio que en justicia merecen nuestros pensionados.
Los sectores más pobres hace tiempo que perdieron la confianza en que un nuevo presidente, los congresistas o autoridades municipales harán algo significativo para mejorar su nivel de vida, por eso astutamente venden su voto al mejor postor. Lo único que obtendrán son los 500, mil o dos mil pesos que les ganen a los activistas partidarios.
La clase media, luego de la disolución de la marcha verde, se considera impotente como clase social capaz de influir en las elecciones. Una parte de ese sector, que Juan Bosch denominaba pequeña burguesía, ha sido cooptado por el Estado mediante empleos inútiles, contratas sobre valoradas y otros recursos corruptos de esquilmar el erario público.
Los grandes dueños del capital, con profunda vocación rentista, saben que tienen los hilos del poder político bajo su control, y ninguna de las candidaturas con posibilidades de ganar le representa un peligro. Algunos minoritarios hacen gala de hipercriticidad del status quo que se disolverá si logran tener suficiente favor popular para ganar una tajada del poder. No hay opciones que beneficien a la clase media y los sectores popular.
¿Cuánto durará esa situación? Hasta que el modelo quiebre económicamente y estallen pobladas alimentadas por la devolución de la moneda o una inflación galopante. La llave de esa crisis está en el manejo de la moneda dominicana. Votar no servirá de mucho en las próximas elecciones para mejorar la situación de los sectores más vulnerables y de los que dependen de la estabilidad para mantener su nivel de vida y sus ahorros.
Como he dicho en otras ocasiones, una opción política que se organice para transformar el presente estado de cosas demanda un esfuerzo y un tiempo que no es el presente.